La vivienda que el 16 de febrero del 2016 acaparó la atención nacional al ser el escenario de un atroz crimen en Matapalo, Santa Cruz de Guanacaste, quedó en abandono.
En la parte trasera, donde había gran cantidad de juguetes que utilizaban los niños, lo único que queda es un play en mal estado, rodeado de maleza, a la par de un rancho de cinc donde vivía el asesino, Michael Adrián Salmerón.
Es una casa grande, situada en un terreno de 1.200 metros cuadrados. Tiene tres dormitorios y un amplio corredor.
La malla que cerca la casa tiene un hueco, por lo cual es posible llegar hasta el corredor de la vivienda.
Sin embargo, la puerta y las ventanas se mantienen reforzadas por verjas; eso evita que sea víctima de vandalismo. Parte de esas ventanas fueron tapadas por sábanas o papel periódico, lo que hace que se pueda observar un poco hacia dentro.
Asimismo, la puerta trasera, por donde entró la policía aquel 16 de febrero, fue cambiada y ahora hay una puerta metálica.
Futuro de la casa. Los únicos muebles que quedaron en la casa de la familia Beauchamp son las camas. Los demás, aparentemente, se los llevó la abuela de las niñas, Ana Rosa Guerra, razón por la cual el Patronato Nacional de la Infancia (PANI) interpuso una demanda.
El inmueble está a nombre de Dirk Beauchamp, padre de las niñas sobrevivientes.
El 16 de marzo del 2016, el PANI tramitó la apertura de un proceso sucesorio ante del Juzgado Civil de Santa Cruz, pidiendo, entre otras cosas, que se declare a las niñas como herederas universales y que se nombre a un representante del PANI como albacea provisional.
“Pensamos en alquilar la casa y que el dinero sea guardado para las niñas en un futuro (cuando cumplan 18 años). Es una idea que manejamos, pero estamos en un proceso para ver si eso se puede hacer. Esa casa es de ellas; no es de nadie más”, explicó Elizabeth Ballestero, gerente técnica del PANI.
La funcionaria agregó que esperan poder alquilarla en el corto plazo, ya que ellos no pueden darle mantenimiento al no ser un bien del Estado.