Las ironías del destino. Hace exactamente un año, por esta época, la casa de María Tenorio (madre de Marjorie) y el resto de "El Bajo", como se le conoce al sector del barrio donde se ubican las casas de toda esa familia, se encontraba repleto de vecinos, familiares y amigos, pero por una razón muy diferente.El 26 de noviembre contraía matrimonio Kattya Palavicini, prima de Marjorie, y los días previos se llenaron de jolgorio y celebración con las serenatas y despedidas de soltera.
Hoy, "El Bajo" está atiborrado de gente, pero en lugar de las risas y la ilusión de hace un año, hay llanto, desolación y muchísima rabia.
Y es que ese mismo lugar fue testigo de las correrías infantiles, del asomo a la juventud, del casamiento y de los tres embarazos de Marjorie, quien pese a haberse casado a los 17 años logró cimentar, junto con su esposo Carlos Alberto, un matrimonio sólido y estable.
Eran ellos los primeros en organizar miniferias para construir obras de bien comunal. Sus esfuerzos, aunados a los de otros vecinos, hicieron posible concluir el asfaltado de la calle que está frente a sus viviendas.
Dedicada a los oficios domésticos y al cuido de sus hijos, Marjorie no era una mujer conformista. Tenía gran habilidad para las artes manuales y siempre andaba buscando cursos en los cuales inscribirse.
Ultimamente se dedicaba a confeccionar artículos de camba y desde hace meses estaba preparando la decoración de Navidad para su casa.
Quizá alguna premonición, o simplemente el hecho de pensar en la posibilidad de llegar a faltar algún día, hicieron que hace un tiempo Marjorie le pidiera a su inseparable hermana Jenny que se hiciera cargo de sus hijos en el caso de que ella falleciera.
Proveniente de una familia muy unida, para ella era un ritual diario pasar a la pulpería en las mañanas a comprar el pan e irse a la casa de su madre para tomar café con ella.
Por eso, tres horas después de su muerte, a eso de las 9 a.m. y en medio del estado de shock en que se encontraba, doña María decía una y otra vez: "Mi chiquita tiene hambre, vean la hora que es y no ha desayunado... ¢mi chiquita tiene hambre!"
Sueños truncados
A sus 34 años, Carlos Alberto Vargas había logrado consolidarse en su empleo como gerente de la sucursal del Banco de Costa Rica de la Corte Suprema de Justicia. Apenas el año fue objeto de un homenaje por parte de Edgar Cervantes, presidente de la Corte, en reconocimiento a su ascendente carrera.
Además, estaba a punto de finalizar sus estudios como administrador de negocios y planeaba, a corto plazo, adquirir una casa más grande a un kilómetro de donde residía hasta el día de su asesinato.
Amante del futbol, era saprissista empedernido y aunque se caracterizaba por su disciplina en el trabajo y el estudio, cuando estaba entre amigos era muy alegre y bailador.
Otra de las facetas públicas de Carlos Alberto era el profundo amor que le profesaba a su madre.
La tragedia de dos niños
Pablo y Esteban Vargas Quirós reaccionaron de diferente manera a la tragedia que envolvió a su familia.
Pese a su corta edad, Pablo -de 12 años- se mostró ayer muy tranquilo, conversó y jugó un poco con sus amigos y hasta reaccionó con cierto enojo cuando la aglomeración de periodistas, vecinos y curiosos frente a su casa le dificultaba salir hacia las oficinas del OIJ, adonde debía ir a firmar su declaración.
Por el contrario, Esteban -de 10 años-, durmió varias horas y lloraba con alguna frecuencia. Repetía de vez en cuando la frase "me acordé de algo..." pero se sumía en el silencio de inmediato.
De lo acaecido no dijo absolutamente nada.
Desde tempranas horas de la mañana los pequeños recibieron atención especializada. Según se supo, Pablo dio su versión de los hechos a una psicóloga de la policía judicial, con gran coherencia, lo que le permitió al Organismo de Investigación Judicial (OIJ) delinear el curso de acción de las primeras investigaciones para dar con los asesinos.
También habló un largo rato -a solas- con la directora de la escuela de Llorente de Tibás, donde está terminando de cursar el sexto grado.
Llamó la atención entre los parientes y conocidos de los pequeños la actitud de atención que mostraba ayer Pablo, quien siempre ha sido un niño muy hiperactivo y disperso. Además se le veía en gestos de protección hacia su hermano menor.
La versión de Pablo se caracterizó por el énfasis en los momentos más difíciles de la experiencia que vivieron -haber observado la muerte de su padre y de su hermano-, los que explicó con precisión pero en forma cortante. De acuerdo con lo que trascendió, el relato fue menor en cuanto a la suerte corrida por su madre.
Usando sus propias palabras, al explicar lo que había ocurrido en un determinado momento en que su padre y uno de los asesinos discutían acaloradamente, dijo: "Mi papá se apió a Alexander y entonces el negro acuchilló a mi papá por detrás".
El OIJ estima que solo le pedirán esta declaración, pues consideran que es la más apegada a la realidad por haber sido dada de primera intención. De acuerdo con los especialistas, es muy probable que si se le pide a los niños que relaten de nuevo los acontecimientos, empiecen a mezclarlos y hasta fantaseen un poco con lo ocurrido.
Los especialistas en atención psicológica le recomendaron a los familiares que evitaran al máximo que los menores fueran entrevistados por otros adultos y que, en la medida de lo posible, trataran de interactuar normalmente con sus amigos habituales.
Eso fue fácil. Con la inocencia propia de la edad, los amigos de Pablo acudieron varias veces a buscarlo y le pedían que les contara lo que había visto.
Poco después, una amiguita repartió chocolates entre todos ellos y pronto se hallaban conversando de sus cosas y hasta haciendo algunos juegos.
Ayer fue apenas el primer día. De acuerdo con los expertos, en las próximas horas, días o hasta meses, los menores -que ahora se hallan en una especie de shock- tendrán que salir inevitablemente al encuentro con la realidad que hoy se les insinúa apenas como una amarga pesadilla.