“Creo que ese niño baleado tuvo un angelito protector, porque las lesiones, en ese nivel, causan, en forma inmediata, lesiones vasculares o lesiones en columna cervical, que provocan paraplejia o la muerte”.
Esas fueron las declaraciones del doctor Orlando Urroz, subdirector del Hospital Nacional de Niños, al referirse al caso de un niño de nueve años, quien resultó baleado en el cuello, junto con su hermana de 15 años, el jueves en la noche, durante una riña vecinal en la ciudadela León XIII de Tibás.
El menor presentaba un orificio de entrada en la parte de atrás del cuello y varios orificios de salida, al parecer, porque el proyectil tenía un efecto expansivo. Además, tenía esquirlas de bala en el brazo y pierna izquierdos.
Urroz comentó que el menor fue operado el jueves, a las 10 p. m. Presentaba hinchazón en el cuello, por lo que ayer todavía se encontraba sedado, a causa del dolor, en la Unidad de Trauma.
Milagrosamente, la tráquea, esófago, cervicales y el paquete vascular resultaron intactos, pero deberán estudiar si habrá complicaciones posteriores.
Por su parte, la quinceañera resultó con heridas de bala en la espalda y un brazo, pero se recuperó satisfactoriamente, por lo que salió ayer mismo del Hospital México.
Las autoridades informaron de que en el sitio de la balacera se encontraron casquillos de un rifle HK de calibre 5.56.
Heridos. En los últimos 15 años, al Hospital Nacional de Niños han ingresado 84 menores heridos de bala. Es decir, cada año se hospitalizan seis niños, en promedio. Esta cifra no incluye a aquellos que murieron en el sitio.
El 60% de los casos atendidos tenía menos de nueve años, el 39%, entre 10 y 14 años y el 1% restante, más de 15 años. De ellos, murió una niña, el 20 de agosto del 2011.
“No ha habido un solo año en que no haya habido internamientos por niños heridos de bala desde el 2000. Aunque, en ese momento, empezábamos con dos pacientes al año, hubo periodos de siete, 10 y 12, pacientes anuales”, dijo el doctor Orlando Urroz.