Un reo, de apellido Clark, de 31 años, tuvo problemas de convivencia con varios compañeros de la cárcel La Reforma, en Alajuela, por lo que, el 21 de marzo del 2015, fue reubicado al ámbito F (Máxima Seguridad vieja).
Desde esa fecha, permanece en una celda individual que mide 16 metros cuadrados. Él descuenta una pena de 45 años por asesinar al policía penitenciario Marco Tulio Prado León, de 40 años, cuando participó en la fuga de ese centro penal liderado por el preso fallecido Johel Araya, en octubre del 2006.
Clark no tiene contacto físico con sus compañeros y, si no fuera por la hora de sol que recibe al día, pasaría encerrado siempre entre esas cuatro paredes.
Actualmente, ese reo padece de trastornos mentales y, para el Ministerio de Justicia y Paz, eso es una “grave consecuencia” de ese encierro.
Reynaldo Villalobos, director de Adaptación Social, admitió que, antes de ser trasladado, Clark presentaba “ciertos problemas”, pero añadió que su condición empeoró desde que se reubicó a Máxima Seguridad vieja.
“El señor venía mal, pero el encierro aceleró ese proceso y no es una situación justa. Él debe estar en un lugar especializado, donde se le de una atención específica”, expresó Villalobos.
Por ello, esa cartera solicitó esta semana al Juzgado de Ejecución de la Pena de Alajuela que autorizara el traslado de ese reo al Centro para la Atención de Enfermos Mentales en Conflicto con la Ley Penal (Capemcol), en La Uruca, San José.
“El problema de este privado de libertad es médico, no es criminológico. Un juez debe determinar si se le puede cambiar la medida de prisión por internamiento”, explicó.
Este caso se da a conocer días después de que la ministra Cecilia Sánchez ordenara cerrar definitivamente ese ámbito debido a que “despersonaliza” a los reos. Por el momento, hay 35 reclusos, quienes deberán ser reubicados a otro centro penal.
Padecimiento. Según Villalobos, el informe realizado por psicólogos indica que Clark tiene conductas que demuestran una “inestabilidad” importante.
“Tiene irracionalidad en su discurso, tiene ansiedad, agresividad, impulsividad, confusión, delirio de persecución, prácticas de autoagresión, incoherencias en el lenguaje y hasta periodos de insomnio. Son elementos que ellos analizan para hacer la recomendación”, detalló el jerarca.
El funcionario añadió que este comportamiento se viene dando de una manera continua, por lo que descarta que se trate de una emboscada por parte del reo.
“Unos meses después de estar ahí ha venido presentando estas señales, por lo que no es sorpresivo para nosotros que padezca de este trastorno mental”, dijo.
De todas maneras, agregó, en este tipo de casos, los jueces ejecutores de la pena suelen pedir el dictamen de un psiquiatra forense. “Los juzgadores pueden tomar una decisión basándose en el informe hecho por psicólogos nuestros, pero siempre van más allá”, detalló.
Cuando tengan ese resultado, el juez dictara si se reubica al Capemcol o no. En caso de que sí, también debe determinar si su internamiento es temporal o permanente.