La lucha de organizaciones criminales que se enfrentan en el sur de San José ya suma al menos 55 homicidios.
Estos grupos copian la forma de actuar de los carteles mexicanos para pelear por territorios, cobrar deudas por drogas o dinero, e incluso, dirimir diferencias por rencillas personales entre sus líderes. Además, reclutan a menores, a quienes muchas veces les pagan con armas.
La cantidad de crímenes que se les atribuye está basada en las pesquisas de la sección de Homicidios del Organismo de Investigación Judicial (OIJ), con un corte al 19 de diciembre del 2014.
De acuerdo con esa información, los asesinatos comenzaron en julio del 2013.
La Policía especificó que el sur de San José está tomado por ocho organizaciones delictivas, cada una con su respectivo territorio.
Los grupos operan en zonas como Pavas, Alajuelita y Desamparados, donde están divididos en los sectores de Calle Fallas, Torremolinos, Dos Cercas, Los Guido, Patarrá y otras áreas del cantón. Otras organizaciones están en Sagrada Familia y Hatillo.
La Policía explicó que no siempre los homicidios los comete el grupo que opera en el sector donde aparece el cadáver.
Además, en algunas ocasiones, las peleas son internas y también se registran víctimas inocentes.
El inicio. El 30 de julio del 2013, en La Aurora de Alajuelita, fue asesinado de ocho balazos Bryan Alvarado Castillo, de 25 años.
Ese homicidio marcó el inicio de las muertes atribuidas a bandas en el sur de San José.
Alvarado falleció pasada la medianoche en el precario donde residía. Él estaba acompañado de unos amigos cuando dos sujetos con armas de gran calibre llegaron, dispararon y huyeron.
Otros dos individuos también fueron heridos.
Según los expertos de Homicidios del OIJ, a partir de ese momento se notaron diferencias en algunos crímenes que ocurrían: los asesinos emplean armas de gran calibre, hay signos de tortura en los cadáveres o estos aparecen amarrados y envueltos.
El OIJ indicó que, en el caso de la muerte de Alvarado, un grupo narco que opera en Alajuelita quería dominar más territorio y, para ello, debía deshacerse de él.
Pugnas. Semanas después de la muerte de Alvarado, la Policía registró peleas por el dominio de los búnkers donde se vende droga.
Incluso, algunos convictos salieron de la cárcel y trataron de recuperar sus centros de venta, informó el OIJ.
Según la Policía, entonces se inició otra racha de asesinatos, entre los que está el del mecánico Eddy Potosme Pavón, de 40 años, cuya muerte se produjo el 5 de octubre del 2013 en Lomas del Río, Pavas; también, el caso de Víctor Alexánder Corrales Espinoza, de 35 años, a quien mataron el 9 de marzo del 2014 en Villa Esperanza de Pavas.
A la vez, las diferencias internas entre organizaciones dejaron un listado de decesos.
Uno de ellos fue el de Allan Josua Chavarría Hidalgo, de 27 años, cuyo cadáver era transportado en la cajuela de un carro, el 25 de abril del 2014, en La Sabana, cuando fue descubierto por la Fuerza Pública.
También se atribuye a riñas internas el doble crimen de tía y sobrina, de 16 y 15 años. Ambas fueron halladas muertas en un predio de San Sebastián, el 31 de mayo del 2014.
Ellas eran de Pavas y aparecieron con la boca tapada con cinta y bolsas en sus cabezas.
Los homicidios continuaron en distintos sectores, pero en agosto se encendieron las alarmas en Calle Fallas de Desamparados. Solo en ese mes hubo seis muertos.
Las primeras víctimas de ese periodo fueron dos hermanos (hombre y mujer), de apellidos Guzmán Arce, de 29 y 32 años, a quienes mataron el 5 de agosto. Les dispararon unos motociclistas frente a las instalaciones del Colegio de Contadores Privados.
Solo cuatro días más tarde, unos individuos dispararon contra el bar Toño’s, en Calle Fallas; las balas alcanzaron a dos personas que no tenían relación con las disputas, quienes fallecieron.
El 19 de agosto, a 100 metros del bar Toño’s, un menor apareció quemado dentro de una bolsa. La Policía vincula el hecho con peleas internas.
Los múltiples crímenes posteriores se descubrieron principalmente en Alajuelita, Paso Ancho y Desamparados.
Por ejemplo, el 18 de noviembre se encontraron tres cadáveres en un río de Patarrá.
Los investigadores del OIJ apuntan a que un factor que incidió para que se produjesen estas muertes fue la ruptura dentro de bandas, como la del llamado Indio (un hombre de apellido Zamora), quien en este momento afronta un juicio.