Con una sensación de impotencia y la tristeza marcada en sus rostros, más de 100 personas despidieron ayer al joven defensor de tortugas Jairo Mora Sandoval, cuyo cuerpo apareció el viernes, desnudo y con un impacto de bala en la cabeza, en una playa de Moín, Limón.
El funeral del conservacionista sirvió de punto de encuentro para que muchas personas que se dedican al cuidado del ambiente reclamaran a las autoridades de justicia por el asesinato de Mora.
Edwin Cyrus Cyrus, encargado del Sistema Nacional de Áreas de Conservación (Sinac), dijo que Mora no solo era un compañero, sino un ejemplo.
“Él nos ayudaba a proteger las tortugas y los recursos naturales. Estamos solicitando a las autoridades el máximo esfuerzo para dar con los responsables de su muerte; esto no puede manchar la imagen del país”, expresó Cyrus.
Erick Gabarrete, funcionario de la Asociación de Amigos y Vecinos de la Costa y la Naturaleza (Amicona), hizo un llamado para que se investiguen las circunstancias en las que asesinaron al joven y para que se detenga rápidamente a los responsables de su muerte.
Vigilias, manifestaciones y hasta perfiles en las redes sociales de Internet han demostrado la indignación de los costarricenses por esta muerte y han pedido respuestas a las autoridades.
Ante esto, el Ministerio de Ambiente y Energía (Minae) convocó a una “reunión urgente” el próximo martes para hablar sobre un proyecto de ley que permitirá beneficiar a los conservacionistas, según confirmó el viceministro, José Lino Chaves.
Despedida. Erick Alguera McCarthy, compañero y amigo de Mora narró algunos de los momentos que compartieron.
“Jairo y yo nos criamos juntos. Él nunca tuvo ningún vicio. Aprendimos a trabajar primero siendo voluntarios, y ahora ya éramos asalariados. Tengo la gorra que él llevaba; me la voy a dejar como un recuerdo”, comentó Alguera.
Los familiares de Mora se mostraron muy afectados al momento de despedir en la tumba al joven.
Marina Matute Sandoval, tía del ambientalista, consideró injusto que su sobrino muriera en esas circunstancias. “Jairo debería estar aquí con nosotros cuidando a las tortugas. Él no tenía que morir a manos de criminales”, expresó.
Los restos de Mora fueron enterrados en el cementerio de Gandoca-Manzanillo, localidad en la que él nació, creció y aprendió a cuidar de las tortugas.