El peón bananero Luis Moreno, de 22 años, y su cuñado David, de 10, fueron rescatados la noche de este domingo en Cariari de Pococí tras caer durante la tarde al cauce de un río cuando pescaban guapotes.
El accidente ocurrió minutos antes de las 4 p. m. en el río Desenredo, en la comunidad de El Maná en Cariari, Pococí.
Según Moreno, como no llovía salieron de pesca minutos después de las 2 p. m y mientras pescaban en la orilla del río, una gran crecida lavó el paredón donde permanecían. Ante el deslizamiento, ambos cayeron al cauce del río en medio de la tierra y el barro.
La misma corriente los tiró unos 100 metros río abajo hasta quedar cerca de la otra orilla y, a como pudieron, salieron del agua y se pusieron a salvo.
"Pensé lo peor, pues mi cuñado me sujetó de la camisa para no hundirs. Pensé que nos íbamos a morir ahogados", dijo Moreno.
Tras ser arrastrados por la crecida, se pusieron a salvo y una vez en tierra, caminaron 800 metros. Empapados, llegaron hasta un sitio donde divisaron una casa que estaba al otro lado del río, pero el ruido del río crecido impedía que escucharan los gritos de auxilio que ambos emitían.
Pasadas las 6:30 p. m., cuando ya estaba oscuro, fueron escuchados y los vecinos llamaron a la Cruz Roja y Bomberos, que llegaron a la zona minutos antes de las 8 p. m.
Luego de tres horas de labor, lograron rescatar a los dos hombres, que estaban aislados al otro lado del río.
Los socorristas usaron cuerdas y flotadores para llegar hasta donde estaban los dos hombres. Entre rescatistas y lugareños formaron un grupo de 14 personas que tuvieron que cortar un árbol para tender las líneas por unos 70 metros hasta el otro lado, sin embargo, las cuerdas bajaban con el peso de los rescatistas, por lo que hubo que hacer varios intentos.
Para el rescate se utilizaron lámparas especiales que tuvieron que trasladar entre potreros mojados a lo largo de 500 metros desde el punto al que llegaban los carros hasta la orilla del río.
Gremy Castro, bombero, explicó que el río estaba muy crecido a raíz de los aguaceros que habían caído en las partes altas de la montaña.
Las víctimas viven a 600 metros de donde ocurrieron los hechos. Al final de la noche, quedaron sanos y salvos en sus casas luego de una jornada que se inició como un día de pesca y estuvo a punto de terminar en tragedia.