Wálter Zúñiga Mora escapó ileso de la tragedia del cerro Pico Blanco, en San Antonio de Escazú, pero lleva en su alma el dolor de saber que, con el alud, perdió a 16 de sus familiares, entre hermanos, sobrinos, cuñados y parientes políticos.
“Esa noche (el miércoles) alumbré con el foco y vi que las casas no estaban. A mis hermanos yo siempre les decía que, si el río crecía, subieran a mi casa... pero no lo hicieron”, contó apesadumbrado.
A su hermano Adonai Zúñiga Mora (de 42 años) el alud lo sorprendió cuando cabalgaba en dirección a su casa. El animal apareció sin vida a unos 800 metros, río abajo. Del jinete aún no hay rastro.
El deslizamiento mató , además, a la esposa del campesino (Seidy Marín Sandí) y al hijo de estos, Brian Zúñiga Marín (de 6 años).
La emergencia también causó víctimas en la familia de otro de los hermanos Zúñiga.
Manuel Zúñiga Mora, un recio agricultor de 43 años que vestía camisas y botas vaqueras, no logró salir de su casa, en la parte alta de calle Lajas.
Él y su esposa, Blanca Rosa Marín Marín, están desaparecidos. La suegra (Haydé Marín Marín) y las hijas del peón (Alisson, de 6 años, y Jirlany, de 17) fallecieron en esta tragedia,
La fatalidad también tocó las puertas de la familia de su cuñada, Rosa Marín. Una hermana de esta última murió junto a los cuatro miembros de su familia.
Carmen Vanessa Marín Marín fue arrastrada con todo y casa, la noche de la desgracia. Con ella fallecieron su esposo, Gilberto José Morales Herrera, y sus hijos, Stacy Valeria (3 meses), Hilary (3 años) y Joselyn (6 años).
La fatídica lista no se terminó ahí para Zúñiga, un empleado de la Municipalidad de San José.
Él también perdió a su cuñado, Miguel Ureña Ureña (60 años) y a sus sobrinos Allan Fabián (26 años) e Inés María Ureña Mora (17).
Abatido por la tragedia, el novio de la muchacha, Christoper Sánchez Matamoros, regresó ayer a calle Lajas en procura de un objeto para recordar a la joven.
El muchacho recogió la cobija a cuadros que sirvió para envolver el cuerpo de su novia.
Sánchez, vecino de San Rafael de Escazú, llegó solo hasta ese sitio. Tenía la mirada perdida.
“Este lunes cumpliríamos dos años (de noviazgo). La vi por última vez el día antes de la avalancha. Le dije que la amaba con todo mi corazón. Cuando me enteré de lo ocurrido, intenté subir, pero no me dejaron. Quise venir para tener un recuerdo suyo”, explicó.
Estaba empapado de pies a cabeza, pero eso no le impedía sujetar con fuerza la cobija rojinegra.
La tragedia abatió a otras familias, como ocurrió con María Elena Fernández Marín. Ella pereció con su hijo Marcelo Alfonso Fernández Marín (22 años).