La visita conyugal a dos reclusos del ámbito de máxima seguridad fue aprovechada por un grupo de reos para provocar el motín que dejó ayer tres muertos y cinco heridos en el Centro Penitenciario La Reforma.
Así se desprende del relato que hizo la madre de una de las dos mujeres que se encontraban en ese penal visitando a sus esposos. Esta última resultó retenida por el grupo de reos que protagonizó el ataque y el intento de escape.
“Mi hija nos contó que estaba en la visita conyugal en el momento en que empezó el alboroto. Ella estaba desnuda cuando intentaron romper la puerta”, contó la madre, quien solicitó solo ser identificada como Marjorie.
De acuerdo con esta versión, en un primer intento los reclusos no lograron ingresar al cuarto donde se encontraban la mujer y su marido, pero luego se apoderaron del manojo de llaves de uno de los guardas.
De inmediato, el grupo agresor sacó a la pareja y tomó a la mujer de rehén.
En medio de la confusión y la violencia, el esposo pedía a sus compañeros de ámbito que no le hicieran daño a ella.
Al parecer, el marido tampoco entendía lo que estaba pasando y les rogaba que mejor lo agredieran a él.
“Ahí fue donde ella comenzó a vivir momentos de terror y eso parecía un manicomio”, contó la pariente de la mujer retenida.
De acuerdo con la información dada a conocer anoche por autoridades judiciales y del Ministerio de Justicia, la toma de la rehén fue el detonante de los hechos pues obligó a la intervención de policías y administrativos penitenciarios, quienes también quedaron bajo el control de reclusos.
Las circunstancias exactas aún se desconocen.
Entre tanto, la otra mujer que estaba en visita conyugal, de apellido Molina, declaró anoche a un telenoticiario que ella escuchó los gritos y el caos, pero estaba en un sitio apartado. Fue la distancia la que, al parecer, evitó que también cayera en poder de los reos.
El grupo de internos logró amotinarse y tomar 15 rehenes.
La situación concluyó tres horas y media después, tras la intervención de un grupo de choque del Organismo de Investigación Judicial, que se enfrentó con los reos antes de que lograran ingresar a la armería de la prisión.
Ella se trasladó al sitio desde San José porque se percató del hecho por televisión.
“Yo estaba con tres hijas cuando nos dimos cuenta de lo que pasaba y yo sabía que mi otra hija estaba en La Reforma”, dijo.
Para poder pasar el cordón policial instalado en la plaza de San Rafael dejaron el carro y caminaron cerca de dos kilómetros, hasta llegar a la entrada del centro penal.
Ahí trataron de obtener información, para asegurarse de que su familiar se encontraba bien.
Los momentos más angustiantes comenzaron al escuchar los disparos dentro de la cárcel.
“¡Ay Dios mío!”, expresó Marjorie mientras lo recordaba.
Luego de las detonaciones, sobrevino un gran despliegue policial y el pasar de los vehículos de los cuerpos de socorro.
Primero salieron dos ambulancias escoltadas por policías de Tránsito, la Fuerza Pública y el OIJ. Luego, al menos tres más.
Con el paso de cada una, aumentaron el sufrimiento y el llanto ante el temor de que su hija fuera una de las víctimas.
La tranquilidad regresó a eso de las 7:30 p. m., cuando las autoridades confirmaron que no había ninguna mujer entre los muertos (tres) y heridos (5).
Tras vivir esta pesadilla, la rehén logró abandonar La Reforma a las 9:15 p. m. en su propio vehículo. Hasta ese momento, se reencontró con su madre y hermanas.