Al cerrar el mes de junio, el volcán Turrialba mantuvo la actividad más baja del año y muestra una fase de quietud que según Eliécer Duarte, del Observatorio Sismológico y Vulcanológico de Costa Rica (Ovsicori), los tiene inquietos. En junio no se registraron erupciones de ceniza.
La última variación importante fue la evaporación del lago efímero que se formó a mediados de mayo, indicó el científico del Ovsicori.
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Añadió que la sismicidad ha bajado significativamente y en la parte superficial las erupciones son de vapor de agua, ya que ha estado lloviendo mucho en la cima.
Pese a las lluvias, solo un temporal que se registró a mediados de mayo evidenció la escorrentía de material volcánico hacia el sector de Toro Amarillo. El reciente temporal en el Caribe, que se extendió del viernes 26 al domingo 29 de junio, no generó lahares o deslizamientos importantes.
La próxima semana un grupo de vulcanólogos tratará de acercarse al cráter para determinar el efecto de las lluvias en el material volcánico, cuyo espesor en el suelo iba de decenas de centímetros hasta los tres metros, según el último trabajo de campo del Ovsicori (el 28 de mayo).
La visita realizada a finales de mayo también evidenció que una sección de aproximadamente 40 metros de la pared que da hacia el fondo del cráter activo se perdió por la actividad.
Esa vez también se encontraron nuevas fumarolas en la pared externa y algunas de ellas mostraban actividad vigorosa con temperaturas de 79 grados Celsius.
Antecedentes.
En mayo pasado, la formación del lago hizo sospechar que hubo cambios en la dinámica del volcán, porque el lago toma tiempo en consolidarse y si hubiera presión y altas temperaturas no se hubiese formado.
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Ese lago tenía unos 25 metros de diámetro y estaba rodeado de fumarolas.
Los tiempos de lluvia impermeabilizan el fondo al arrastrar materiales que sellan el hueco. "El nivel de desgasificación se ha reducido y al solidificarse el fondo, hay impedimento de salida de gases por ese sitio", acotó.
Lo anterior justifica un aumento de gases por grietas de las paredes externas, lo que permite una despresuración lenta y pasiva que evita la acumulación de gases a lo interno, indicó el científico.