Mientras seguían el rastro a rumores sobre el ingreso de un arma a la cárcel para mujeres de El Buen Pastor, en San Rafael Arriba de Desamparados, la Policía Penitenciaria se topó con casi ¢10 millones –entre colones y dólares– que una presidiaria ocultaba entre sus pertenencias.
La mayor parte del dinero (unos $17.000) estaba oculto en una media; el resto (otros $1.000 y ¢760.000) tapado por la ropa de una mujer de apellido Badilla.
Ella, esposa de un conocido exjugador de la Asociación Deportiva Carmelita, descuenta –desde 1998– 27 años de cárcel por el homicidio de un hombre en el paseo de los Turistas, Puntarenas.
Las autoridades penitenciarias revisaron ese módulo, la tarde del miércoles, no solo a raíz de los informes sobre el arma (aún no ha sido encontrada), sino también por problemas de convivencia entre las privadas de libertad.
En días pasados allí se suscitó una riña en la que resultaron golpeados siete agentes de la seguridad penitenciaria.
Los oficiales procuraban separar a dos presidiarias enfrascadas en una pelea cuando otras reclusas se les abalanzaron. Luego de ese hecho, el Ministerio de Justicia ordenó una serie de acciones, entre estas las requisas.
“Ahí mismo levantamos un acta de decomiso. De cada billete se anotó el numero de serie en un acta. No entendemos cómo alguien se arriesga a tener semejante cantidad de dinero en una cárcel. Por reglamento, el máximo permitido es de ¢30.000 Se supone que con eso es suficiente para atender sus necesidades”, indicó el jefe de la Policía Penitenciaria, Guillermo Ugalde.
Badilla (de 36 años) no dio mayores explicaciones sobre la presencia del dinero. Solo pidió que se lo entregaran a sus familiares.
En vez de eso, las autoridades penitenciarias lo dejaron en manos del Ministerio Público, pues la ley de estupefacientes obliga a reportar cuando se posee más de $10.000.
La sospechosa es considerada una líder natural en ese módulo. Durante su estancia se ha dedicado a ganar algún dinero con rifas y con la venta de chucherías.
Ugalde dijo que en otras ocasiones han sorprendido a visitantes con gran cantidad de dinero. “Ha venido gente hasta con ¢1 millón en la bolsa. Eso es un peligro y hasta se puede prestar para corrupción. Por eso no se permite el ingreso”, agregó el jefe policial.
En las afueras, Badilla y su madre intervinieron en la gresca y utilizaron las armas, según constató el Tribunal de Juicio de Puntarenas. El jugador y las dos mujeres fueron hallados culpables.