Valeria es una niña de 10 años. Está en la escuela y sus maestros dicen que es muy inteligente.
Las armas llaman su atención. Por eso, sus padres, vecinos de San José, no lo pensaron dos veces para llevarla a un polígono para que le enseñen a manejarlas.
El caso de Valeria no es el único en los campos de tiro del país.
Una reciente visita de este diario por varios polígonos ubicados en San José y Heredia, verificó que al menos en tres de ellos se reciben a menores, incluidos niños, para enseñarles a disparar y a manejar las armas.
El único requisito es que vayan acompañados de un adulto. No se exige que sean sus padres.
Por ejemplo, en el campo de tiro Rancho Arizona, en Santo Domingo de Heredia, un instructor de origen colombiano admitió haber entrenado a más de seis niños en lo que va de este año.
Carlos Cataño, instructor, habló con La Nación mientras capacitaba a una aeromoza, quien mostró interés en llevar en los próximos días a un sobrino, menor de edad, a recibir capacitación en armas.
“Ellos (los niños) vienen los fines de semana, vienen frecuentemente. Bueno depende, otros vienen una vez al mes.
”Desde pequeños se autodisciplinan, conocen el arma y empiezan a respetar las leyes del Estado”, comentó Cataño.
En el polígono Centro de Defensa Civil (CDC), ubicado en Pavas (San José), han recibido cerca de 10 menores en cinco años.
“No es de todos siempre. Viene uno cada seis, ocho o diez meses. (...) Lo que esperamos es que los jóvenes vengan y aprendan (que disparar) es un deporte y no solo defensa”, afirmó José Antonio Ojeda, gerente en el CDC.
Raúl Porras, representante de Polígono 38 Especial, ubicado en Los Sitios de Moravia, comentó que han recibido cerca de 10 menores, a los cuales les permiten disparar con armas con calibre de hasta 9 milímetros.
“Imagínese que hace unos días, aquí el papá estaba enseñándole (a disparar) a la chiquita (hija). A ella le dieron una 9 mm. (...) Cuando ella disparó, la pistola la golpeó en la mano”, detalló.
Por su parte, Alejandro Tenorio, gerente del polígono Rancho Arizona, dijo que él ha capacitado en el uso de armas a tres menores.
“Le he dado clases a tres: un niño de secundaria, una niña de sexto año y otro niño de 12”, explicó.
Comentó que para evitar una desgracia, él solo permite que los menores se adiestren con armas calibre 22. Esta arma por ser de un calibre menor puede causar menos daño que la de 9 milímetros que es de mayor calibre.
“La 9 mm no es una buena opción. Es un tiro defensivo y el estado de desarrollo físico del niño no es apropiado para usarla. El recodo y la patada es muy fuerte para ellos.
”Eso significa que en una detonación el arma se le puede volver y se puede pegar un balazo”, señaló.
Peligroso vacío. El viceministro de Seguridad, Celso Gamboa, reconoció que hay un gran vacío legal.
“La ley no establece regulaciones sobre el ingreso de menores (incluidos niños) a los polígonos. Hay un gran vacío legal. Es algo que debería regularse”, aseveró.
Para Gamboa, no está bien que mientras el Gobierno promueve que los ciudadanos no se armen, por otra parte se permita el ingreso de niños a campos de tiro para que aprendan a manejar armas.
“Si llegamos a conocer casos concretos es probable que pidamos la intervención del PANI para poner freno a la situación”, señaló.
Marielos Hernández, presidenta ejecutiva del Patronato Nacional de la Infancia (PANI), aseguró que la situación es contradictoria. “Estamos en un proceso de desarmar al país y llevar niños a polígonos no es para nada conveniente para la sociedad”, añadió.
Advirtió que, de conocer casos concretos, intervendrían. “Nosotros buscaríamos hablar con el dueño del lugar y con los padres de familia”, apuntó.