Los cadáveres de un hombre y una mujer fueron encontrados ayer debajo del puente del río Torres, frente al Hotel San José Palacio, en La Uruca, San José. Aparecieron con cuerdas en manos y pies. Unas prendas de ropa les colgaban en el cuello, como si los hubiesen asfixiado.
El hallazgo lo realizó un indigente identificado como Ricardo Moreira, quien vive bajo esa estructura vial.
Moreira narró que, a eso de las 8:10 a. m., se percató de que había dos cuerpos flotando en el cauce del río. Dijo que se sorprendió al comprobar que eran dos de sus vecinos.
El hombre contó que inmediatamente alertó a otro indigente, de apellido Herrera, quien avisó a las autoridades.
El Organismo de Investigación Judicial (OIJ) comunicó que los fallecidos son Gilberto Ortiz Ortiz, de 65 años de edad, y su pareja, María de los Ángeles Castro Mena, de edad desconocida.
Ambos tenían siete años de vivir bajo la plataforma, según narraron Moreira y Herrera.
La Cruz Roja del distrito de León XIII, en Tibás, realizó la extracción de los cuerpos.
Oswaldo Hernández, uno de los paramédicos que atendió la emergencia, dijo que los fallecidos presentaban golpes en la cabeza.
“Cuando llegamos al lugar verificamos que las dos personas estaban fallecidas. Entonces, procedimos a realizar la extracción de los cuerpos”, añadió Hernández.
El socorrista explicó que los cadáveres se encontraban aproximadamente a un metro de distancia el uno del otro, en una zona donde el nivel del agua era bajo.
EL OIJ comunicó que, al parecer, la causa de la muerte fue la asfixia. Los agentes trasladaron los cuerpos a la morgue judicial en San Joaquín de Flores, en Heredia.
Posible crimen. La Policía Judicial informó de que las cuerdas y la ropa que tenían los fallecidos son indicios de asesinato.
EL OIJ también comunicó que el crimen habría sido cometido pocas horas antes del hallazgo y en el mismo sitio donde se encontraron los cadáveres.
Karol Monge, jefa de la Fuerza Pública de La Uruca, detalló que se trabajó más de una hora en rescatar los cuerpos.
“La mujer era de tez blanca y tenía entre 35 y 40 años de edad. Ella tenía un suéter amarrado en el cuello, mientras que su compañero tenía dos camisas (en el cuello). Además, ambos estaban amarrados de manos y pies y colocados boca abajo. El hombre estaba tapado con una sábana”, detalló Monge.
Recuerdos. Moreira y Herrera recordaron que compartían todas las noches con las víctimas. Dijeron estar sorprendidos de su muerte y desconocer quién pudo ser el agresor.
“El viernes llegué a las 11 p. m. y traía carne para darles. Ellos no estaban y me extrañó mucho porque a veces trabajaban cuidando carros pero regresaban a esa hora; entonces me acosté y hoy (sábado) veo que los mataron”, lamentó Herrera.
A su vez, Moreira dijo que mejor buscará otro refugio.