Noviembre registró 10 réplicas del terremoto de Nicoya de 7,6 grados magnitud momento (MW), ocurrido el 5 de setiembre.
Otros 29 sismos fueron sentidos en todo el país durante este mismo periodo.
Los movimientos se localizaron en la zona costera de la península de Nicoya (entre Cuajiniquil y Paquera). La mayor magnitud de estas réplicas fue de 4,6 ° MW, registrada el 26 de noviembre.
Así lo informó ayer la Red Sismológica Nacional (RSN) en un informe detallado de los movimientos.
La mayoría de esos temblores tuvieron sus hipocentros a profundidades cercanas a los 15 kilómetros y están asociados al borde oeste de la zona de ruptura del pasado terremoto y relacionados con el proceso de subducción de las placas Coco y Caribe.
Es por eso que los movimientos son considerados como una actividad normal y esperable dentro del proceso de ocurrencia de réplicas en esa zona.
De hecho, el Observatorio Vulcanológico y Sismológico de Costa Rica (Ovsicori) había explicado desde setiembre que el movimiento telúrico del día 5 de ese mes solo liberó el 40% de la energía acumulada en los últimos ocho años.
Por eso, el resto de la energía podría manifestarse en forma de réplicas, sismos no perceptibles o un temblor de importante magnitud.
Fallas. Otros sismos más superficiales fueron reportados en diversas partes del país, pero asociados a fallamientos locales y no al proceso de subducción.
Precisamente, el terremoto de Sámara provocó la reactivación de fallas con alto poder destructivo en todo el territorio a tan solo horas de que se diera el evento principal.
En noviembre, en el Valle Central hubo movimientos en las zonas de Puriscal, Escazú-Desamparados, Orosi-Cachí y en Dulce Nombre de Cartago.
En la región norte se presentaron temblores en La Tigra de San Carlos, Puerto Viejo de Sarapiquí, Carrizal y San Isidro de Heredia, también relacionados con fallas locales.
En la región sur, se reportaron seis eventos sentidos en las zonas de Buenos Aires, San Vito, Coto Brus y asociados a diversas fuentes como fallamiento, la subducción de la placa Coco y a la zona de fractura de Panamá, donde limitan las placas Coco y Nazca.