Estando en prisión se casó, cumplió la mayoría de edad y tuvo a sus dos hijos. De una condena de 15 años de cárcel por triple homicidio, solamente descontó 10.
A eso de las 5 a. m. del 15 de noviembre de 1998, la adolescente de 16 años bajó de su cuarto, ubicado en la segunda planta, hasta el dormitorio de sus padres, José Narciso Montero Valverde y Ana Isabel Méndez Vargas. Vivían en San Blas de Moravia, San José.
Aprovechando que ambos dormían, propinó tres impactos de bala a su padre en la cabeza y tórax con un revólver calibre 22. Luego, disparó en cinco ocasiones contra su madre, mientras a su hermano de nueve años, quien escuchó bulla y entró al cuarto, le disparó en la cabeza.
La muchacha los cambió de ropa; luego subió los cadáveres al vehículo de la familia, un Toyota Corona, año 1987, y los trasladó hasta un puente sobre el río Virilla para empujar el auto al vacío.
En ese momento, la Policía creyó que el crimen se debía a una venganza por drogas, ya que su padre descontaba cuatro años de prisión por venta de cocaína, pero tenía libertad asistida y dormía los fines de semana en la casa.
Sin embargo, se determinó que la hija los asesinó y el Juzgado Penal Juvenil de San José la declaró culpable el 11 de agosto de 1999.
Cuatro meses después, estando recluida en el centro de menores en San Luis de Santo Domingo de Heredia, se casó con un joven de 21 años, quien también figuró como sospechoso del crimen, pero salió absuelto.
A los años, tuvo dos hijos en prisión, quienes ahora tienen 6 y 10 años. Estando embarazada del segundo, se divorció.
Su buen comportamiento la llevó a obtener la libertad condicional el 13 de marzo del 2009 y quedar libre, finalmente, el 4 de abril del 2011. Un mes antes de esa última fecha, se volvió a casar.
En noviembre próximo se cumplen 14 años de silencio: nadie sabe por qué los mató y, para ella, es un “capítulo cerrado”.