Era un joven líder en la comunidad y el colegio. Buen futbolista. Estaba a pocos días de graduarse en secundaria, tenía novia, pero afrontó un diferendo y terminó el noviazgo. Como estaba próximo el baile de graduación, se sintió solo y ... se suicidó.
Este caso, que sucedió en noviembre pasado en una localidad de Cartago y está documentado por la Fundación Rescatando Vidas, representa solo uno de los 348 suicidios que ocurrieron durante el 2010.
Según datos del Departamento de Estadística del Poder Judicial y de la Medicatura Forense del OIJ, tanto durante el año pasado como en el 2009 la mayoría de personas que se quitaron la vida tenían edades comprendidas entre los 20 y los 40 años. Durante el 2009, de los 362 suicidios, 180 corresponden a ese rango de edad.
Mientras durante el 2010, de los 348 casos, un total de 172 se ubicaban entre los 20 y 40 años.
El suicidio es la tercera causa de muerte violenta en el país después de los accidentes de tránsito y de los homicidios.
“Uno explicaría que se suicidan porque no pudieron cumplir con las exigencias de la sociedad. Hay mucha frustración cuando se está compitiendo”, comentó.
Un criterio similar expresaron Julia Woodbridge y Raimundo Méndez Rodríguez, de la Fundación Rescatando Vidas, la cual procura prevenir los suicidios.
“No es que se les ocurrió suicidarse, sino que vienen arrastrando muchas cosas y cuando el muchacho empieza a crecer se enfrenta con ciertas frustraciones y en la parte laboral; al ver tanto competitividad y no encontrar fuentes de trabajo, buscan esa salida”, comentaron tras analizar cientos de casos en 10 años.
Esta fundación es la única que en el país ayuda a los sobrevivientes de un suicidio (personas que lo intentaron, así como a los familiares y a los amigos).
En la CCSS se informó de que están reestructurando el programa Cuenta Conmigo y, por ahora, los interesados deben acudir a las unidades médicas que les corresponde en su comunidad.
Woodbridge, quien enfrentó el suicidio de un hijo de 14 años, dijo que el Estado debería ocuparse más de este problema y crear un programa de prevención de los suicidios que, insistió, afecta a gente de cualquier estrato social.
La familia cenó y la muchacha se fue al cuarto. Poco después oyeron un fuerte golpe y al ir a ver qué sucedía, comprobaron que se había quitado la vida. El caso sucedió en diciembre pasado.
Para Julia Woodbridge, los suicidas, antes de tomar la decisión, envían señales a sus allegados, las cuales deben ser captadas. Precisó que pueden ser verbales o no, como el aislamiento o cuando regalan sus cosas.
“Las familias somos perfeccionistas, les exigimos más y más a los muchachos y, si no cumplen, los castigamos hasta que se rebelan. A mí se me rebeló el segundo”, dijo.
Para los especialistas, a los menores de edad hay que prestarles atención. Según las estadísticas, en el 2009 se suicidaron 13 menores de 18 años. En el 2010, los datos preliminares (podrían cambiar pues todavía se está en la recopilación de la información) revelan que hubo 4 suicidios de menores de 12 años y 7 entre los 13 y los 17 años.
Los expertos, tras analizar los suicidios del 2009, determinaron que el móvil más frecuente fue el de los problemas familiares (lío entre la víctima y un familiar cercano, el padre o la madre) o con el cónyuge (persona con quien convive).