Florencio Castro Jiménez, de 61 años, relató cómo se volcó la lancha en la que murieron 13 costarricenses en Nicaragua el sábado anterior. El hombre narró que se agarró, por dos horas, a una argolla de la embarcación para sobrevivir.
En unos días sanarán los raspones de sus piernas y se borrarán los moretes de su cuerpo, pero los recuerdos de las dos horas que pasó flotando en medio del mar no desaparecerán jamás de la mente de Florencio Castro Jiménez, vecino de Tibás.
El hombre, de 61 años, es uno de los 12 costarricenses que sobrevivieron al naufragio ocurrido 3,2 km al sureste de Little Corn Island, isla a 15 km de Corn Island (Isla del Maíz), en Nicaragua, el sábado. En el percance murieron 13 ticos.
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Castro narró que, al subir al bote, en Corn Island (a 70 km de la costa), a las 9:40 a. m., vio que la embarcación tenía una argolla metálica en la punta. Y eso lo salvó, porque luego de que se volcaron, "me agarré de la argolla de la lancha para sobrevivir". Al tiempo que se aferraba a la argolla, Castro trató de darles aliento a los compañeros que se mantenían con vida.
"Yo he visto programas de supervivencia y he visto que recomiendan, en caso de un vuelco, alejarse de la lancha en los primeros momentos. Por eso, cuando nos volcamos, yo me lancé hacia un lado. Luego sí me arrimé para sostenerme y así no cansarme", añadió.
En esas dos largas horas, pidió perdón por sus pecados, pensó en su familia, vio los cuerpos sin vida de sus compañeros de viaje flotando y sintió temor.
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"Tuve miedo de que la embarcación que nos llegó a rescatar se fuera sin parte de nosotros, porque el mar estaba muy picado y en algunos momentos no se podía acercar a donde estábamos flotando porque podía golpearnos".
De acuerdo con el sobreviviente, todos los ocupantes llevaban chalecos, pero algunos eran de mala calidad o no se ajustaban al cuerpo de los pasajeros.
El naufragio ocurrió unos 30 minutos después de haber zarpado a la 1 p. m. de Little Corn Island, una isla de 2,9 km² que es todo un paraíso por sus bosques.
"Cuando salimos, caía una garúa y yo sí sentí el mar más inquieto que cuando salimos de la isla grande. Eso me dio un poco de desconfianza, pero unos minutos antes, había salido otra lancha con varias personas (...). La gente gritaba: 'Nos vamos a volcar, nos vamos a volcar', y al final pasó: nos volcamos".
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Reencuentro. De la mente de Florencio Castro tampoco se borrará el instante en que llegó al muelle de Corn Island con los sobrevivientes de la tragedia.
Allí lo esperaba su esposa, Sandra Ulloa, quien viajó con él en este paseo a Nicaragua, pero decidió no subir a la lancha porque padece de una rodilla y temía una lesión mayor.
Al enterarse del accidente, Sandra se fue al muelle de Corn Island para tratar de obtener noticias sobre su marido.
"Me fui en el cajón de un camión, estaba desesperada. Había un molote de gente y nadie sabía decirme nada con certeza.
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"Primero, llegaron tres cuerpos de unas compañeras y ya luego la embarcación de los sobrevivientes; mi esposo salió de último. Mi temor era que no saliera", comentó Ulloa.
La pareja dijo que no tomará acciones legales contra la empresa a cargo de la excursión.
Una caída el día antes la salvó del viaje en lancha. En el caso de Bertilda Montiel Baltodano, de 63 años, se salvó de estar en la lancha que naufragó en el mar Caribe de Nicaragua por una caída que sufrió el viernes.
Bertilda Montiel Baltodano, de 63 años, se salvó de estar en la lancha que naufragó en el mar Caribe de Nicaragua gracias a una caída que sufrió el viernes.
Ese hecho provocó que la turista, vecina de Desamparados, no abordara la embarcación.
"El viernes fuimos a comer todos a un restaurante y cuando iba de camino me caí; me resbalé en un charco y me golpeé la espalda. Ahí fue cuando decidí que no iba a ir al paseo en la lancha", dijo Montiel.
"Yo me fui a despedir del grupo, fui al muelle, los vi subirse a la lancha y les dije adiós, todos llevaban chaleco", añadió la mujer, oriunda de Limón.
La versión de Montiel contrasta con la información suministrada por el canciller Manuel González, quien manifestó que varias de las víctimas no llevaban chalecos salvavidas.
Junto a Bertilda, otros cuatro turistas costarricenses optaron por no subir a la embarcación, ya que padecían de diferentes enfermedades.
Entre los que prefirieron no ir está una pareja de Pérez Zelédón y el marido de una brasileña.
"Yo quedé en esperar a Zita (Mairena Amador) para almorzar a las 2 p. m., pero como no volvían, me fui a comer sola. Luego me fui a la habitación porque pensé que ellos no iban a volver hasta el día siguiente ya que estaba haciendo mucho viento y llovía mucho; entonces pensé que se iban a quedar en la isla pequeña".
Agradecidos. Tanto Bertilda como Florencio Castro y su esposa Sandra Ulloa, agradecieron a los dos tripulantes de la nave, pese a que supuestamente zarparon sin permiso de las autoridades.
Según comentaron, el ayudante del capitán colaboró en salvar a varias personas. Ellos libraron de responsabilidad a Pete Travels, firma a cargo del tour.