El Cuerpo de Bomberos confirmó ayer que hubo mano criminal en el incendio que se produjo el viernes anterior en Herradura de Garabito, Puntarenas, donde murieron cuatro personas.
Para llegar a esa conclusión se tomó como elemento probatorio que los dos contenedores se encontraban cerrados por fuera (uno con un candado y el otro con una cadena y un candado).
Asimismo, que hubo dos focos de fuego independientes entre sí, mientras en un incendio, si es accidental, siempre hay una sola fuente de ignición.
También se comprobó el uso de una sustancia acelerante (se trata de un hidrocarburo todavía no determinado) y que las llamas en el caso del contenedor donde estaban las cuatro víctimas empezaron de afuera hacia adentro.
El dato lo confirmó Héctor Chaves, director del Cuerpo de Bomberos, con fundamento en el informe ejecutivo realizado por los investigadores de incendios Jacinto Saborío y Henry Morales.
“Para nosotros fue provocado”, concluyó Chaves.
Aunque se intentó conocer la versión del Organismo de Investigación Judicial (OIJ) sobre el tema, no fue posible obtener la versión oficial de Jorge Rojas, director.
Hecho. La deflagración se produjo el viernes pasado a las 5:50 a. m. en dos contenedores que servían de vivienda y que se ubican en una finca en Herradura.
En uno de los contenedores había cuatro víctimas. Los hermanos Johnnatan y Meikel Villalobos Miranda, de 22 y 23 años de edad, respectivamente; una menor de 14 años (ya identificada, pero cuyo nombre no se publica según lo establece la Ley de Justicia Penal Juvenil) y se supone que otra mujer de entre 14 y 17 años, de quien se desconoce por completo su identidad.
Inicialmente se había informado de que se trataba de una niña de siete años por el tamaño del cuerpo localizado, pero luego se determinó que es una persona de más edad.
Los cadáveres permanecen en la Medicatura Forense, donde son sometidos a pruebas de ADN con la finalidad de identificarlos plenamente y poderlos entregar a los familiares.
Uno de los adultos fallecidos se dedicaba a la soldadura y al otro no se le conocía un oficio estable. La Policía Judicial había confirmado que en algunas ocasiones lo habían investigado por delitos contra la propiedad, pero no se le imputaron cargos.
Los hermanos Villalobos tenían más de 17 años de habitar en los contenedores.
Durante una inspección al sitio donde ocurrió el incendio se localizó –en la entrada al cabezal donde estaban las cuatro víctimas– un casquillo de bala.
Sin embargo, en el resultado preliminar de la autopsia se determinó que ninguna de las víctimas presenta orificios para hacer presumir que hubiese recibido una herida de arma de fuego.