Postes del tendido eléctrico en el suelo, carreteras cortadas a la mitad, casas repletas de barro, algunas, y otras sostenidas por “agujas” de madera, son parte del panorama que se aprecia en ese barrio donde desde hace 55 años el río Sáurez no hacía de las suyas.
“Tengo 34 años de vivir acá y nunca había pasado esto. Creo que lo perdimos todo, pedimos ayuda a la Municipalidad –de Aserrí–, pero no vino. Acá, las casitas están llenas de tierra”, dijo Ananías Castillo, quien a sus 79 años trataba de sacar lodo y piedras de su vivienda. Junto a “don Ananías”, decenas de vecinos usaban picos, carretillos y todo lo que pudieran para buscar entre la tierra lo poco útil que quedaba dentro de sus hogares.
“Camas, computadoras, televisores, mesas, sillas... todo se perdió; esta es la casa de mi tío, pero acá hay como 50 que quedaron destruidas”, expuso Melvin Chacón mientras sacaba lajas de río del corredor.
La cifra de casas inhabitables la confirmó Eladio Salazar, quien viajó hasta el cerro Burío a buscar agua, pero no encontró.
“Fui hasta arriba con este bidón, vi las vacas de la finca de mi tío y busqué agua, pero no había. Allá, los potreros están partidos por tanta lluvia; está peor que acá”, comentó Salazar, mientras bajaba la montaña de la finca La Palmira.
De pie, frente a lo que antes fue su casa, Rónald Hidalgo manifestó que desde hace varias semanas la Municipalidad les dijo que tenía todo bajo control; “pero como usted ve, no era así la cosa”, agregó.
Hidalgo respaldó su versión en un comunicado de la Municipalidad de Aserrí, enviado por el alcalde, Mario Morales, en el cual una semana antes de la presente tragedia le aseguraba al pueblo que “el deslizamiento está bajo control”.
”Debemos aplicar medidas de prevención, pero nunca entrar en pánico, sobre todo no debemos hacer caso a personas alarmistas que buscan preocupar a la comunidad sin ninguna razón”, dijo el escrito.
Mas el presente del barrio Lourdes era de desconsuelo: pulperías desaparecidas, calles intransitables y un vecino, William Agüero, quien se negaba a dejar de ordeñar sus cabras, aunque el establo estaba a 15 metros de altura del Saures, sostenido apenas por unas tablas y a punto de desprenderse.
“Es que mi esposo (Agüero) no quiere salir de ahí. El río se llevó el carro, que era el machete de trabajo, pero él me dijo que no se iba; ahí está con las cabras”, manifestó – indignada– Rosa Guillén, mientras observaba a Agüero.
Consultado sobre las quejas de los vecinos, el Alcalde de Aserrí afirmó que hicieron todo lo que recomendó la Comisión Nacional de Emergencias (CNE).
“Hicimos lo que la Municipalidad podía. Hoy (ayer) tenemos equipo ayudando en esa zona”.