Si usted ojea la edición de esta revista hace un año, en la que se recordaron las noticias más importantes del 2012, encontrará un titular igual al de este artículo. Hoy, un año después, resulta innecesario cambiarlo, pues durante el 2013 el drama permaneció intacto en Siria.
Las bombas siguen cayendo, los refugiados se multiplican y la acción diplomática aún no alcanza una solución para este conflicto en el que han muerto 126.000 personas en 18 meses. Es decir, desde marzo del 2011, la guerra ha matado a casi 10 personas cada hora en este, el infierno del mundo.
Hay muchas formas de acercarse a la dimensión de la guerra. La última la ofreció, la semana que recién termina, el jefe del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur), Antonio Guterres: “Estamos ante la mayor amenaza para la paz y seguridad global desde la II Guerra Mundial”, dijo.
Fue también esta semana cuando agencias de la ONU pidieron $ 6.500 millones para atender durante el 2014 a unos 16 millones de afectados por el conflicto, la mayor respuesta humanitaria diseñada para una sola crisis en toda la historia.
La ONU alertó de que el número de refugiados sirios podría duplicarse para finales del 2014 y alcanzar los 4,1 millones de desplazados en Líbano, Jordania, Turquía, Irak y Egipto, frente a los 2,1 millones de sirios que han huido hasta ahora.
Con la guerra en Siria, ha sucedido lo peor posible en una catástrofe de este tipo: pese a las decenas de muertes diarias, la tragedia solo acapara la atención mundial cuando las potencias se mueven en ademanes diplomáticos que, al día de hoy, poco o nada han conseguido.
La prueba más contundente se ofreció en este 2013, cuando los ojos del mundo estuvieron puestos en la reacción que tomaría Estados Unidos después de asegurar que el régimen de Bashar al-Asad había usado armas químicas contra la población. Esa era la “línea roja” que había fijado Barack Obama para lanzar un ataque contra el régimen, pero, en una ágil movida de Rusia, Washington terminó aceptando un desarme químico que hoy está en marcha.
Ha sido ese el momento más álgido del conflicto. Difícil es olvidar las imágenes que mostraban a cientos de personas –muchas de ellas niños– sin vida, pálidas y sin heridas visibles.
Una misión de la ONU ha recogido pruebas contundentes de al menos cinco ataques con este tipo de armas, pero sin atribuirlas a uno u otro bando.
¿Qué se espera en el 2014? Lo más cercano es la segunda versión de la conferencia de paz de Ginebra, prevista para el 22 de enero, en la que se desea que se sienten a la misma mesa miembros del régimen y de la oposición.
No parece que las partes en conflicto estén dispuestas a ceder un ápice, pese a las idas y venidas del mediador internacional, Lajdar Brahimi. El régimen sostiene que acudirá para encontrar una solución pacífica a la lucha contra el “terrorismo” , mientras que la oposición exige la salida de al-Asad.