Sala 2 de Citicinemas, en el centro comercial Real Cariari. Lunes a las 9:10 p. m. Ruedan previos de otras cintas. La pareja que se toma selfies y yo aguardamos el inicio de Toque de lo alto, la película costarricense de corte dogmático que ha dado paso a una tormenta de críticas y discusiones en redes sociales, de las que nadie aquí parece estar enterado. En la sala, Internet es –a lo sumo– un canal para transmitir alguno de los selfies que se produjeron durante el adelanto de algún drama extranjero.
Minutos después ingresa otra pareja, con su hija en brazos. Cuando arranca la película que vinimos a ver, somos cinco personas en una sala con capacidad aproximada para 100 personas. El día siguiente, un miércoles, será el último de Toque de lo alto en cartelera comercial.
Poco después del arranque, un grupo de tres amigos jóvenes ingresa al aforo y toma sus lugares entre risas y conversaciones que no cesarán durante el resto de la proyección. Vienen a ver a dos conocidas que actúan en la cinta, y de paso a ver qué enseñanza les deja la historia.
De Toque de lo alto no se puede decir mucho más de lo que ya se sabe: es una película con una intención clara –transmitir la supuesta importancia de la religión para solucionar los problemas que nos atormentan–, que se basa en dos testimonios de fieles cristianos que transformaron sus vidas una vez que se acercaron a la deidad en la que creen. Según los realizadores, las historias se basan en “la vida real”.
Abuso sexual, pedofilia, homosexualidad, adulterio y desunión familiar son algunas de las temáticas principales que giran alrededor de la película, la cual es descrita por su director José Mario Salas como una obra “Cristo-céntrica” por encima de religiosa. Así las cosas, lo que el texto sugiere es que el perdón de Cristo y de los familiares, y el acto de perdonar a los demás, son poderosas herramientas para enterrar los demonios de los personajes.
Tras 88 minutos, los ocho presentes en la sala sobrevivimos a la película. El único agnóstico en la sala –yo– no sintió nada; ni risa ni enojo. Tan solo sentí el paso del tiempo a través de una historia de la cual adiviné el de-senlace desde el comienzo. Nada muy diferente a gran parte de la oferta de entretenimiento del país; solo que esta vez estaba en el cine.
Está claro que la conversación que circunda Toque de lo alto poco tiene que ver con la película, y más se acerca a una división de opiniones con respecto a las soluciones y condonaciones que sus personajes –desde su fe– buscan y plantean. Se sabe, entonces, que hablar de Toque de lo alto es hablar de muchas cosas más allá de si la cinta es buena o no (un criterio por siempre subjetivo).
Carlos Murillo interpreta al abuelo de Katherine, quien abusó de ella cuando era niña. / Fotografía: JSB Producciones para LN.¿Perdón o justicia?
A grandes rasgos, las dos historias de la película revierten el abuso sexual y la traición desde una perspectiva religiosa, en la que la aparición de un dios (o una figura sobrenatural, invisible y todopoderosa) y su perdón son la solución al problema.
En una historia, Katherine (interpretada por Hanzell Carballo) es abusada desde niña por su abuelo, quien aprovecha su inocencia y cariño para tener contacto con sus genitales. En su adolescencia, Katherine se rebela contra su familia –en cuenta su abuelo– y se va de su casa con su novia, con quien suele ingerir licor. Eventualmente, Katherine se acerca a dios, rompe con su novia infiel, retoma la relación con su familia, y perdona y le pide perdón a su familiar abusador.
En la otra historia, Alfonso (interpretado por Christian Campos) es un padre de familia alcohólico que incurre en una relación prohibida con la novia (de 16 años) de su hijo, lo que provoca una ruptura con su esposa y un desencuentro con su primogénito. Su esposa amenaza con entregarlo a los autoridades por pedofilia, pero no lo hace; en cambio, Alfonso se reforma a través de la religión y consigue el perdón de su pareja y de su hijo. Del futuro de la muchacha de 16 años no se se dice mucho.
La condonación de actos aberrantes es uno de los ejes principales del desenlace, lo cual para una parte de la población representa una suerte de apología tanto del abuso sexual como de la perver-sión de menores de edad, especialmente porque ambos son delitos tipificados que no son denunciados en ningún momento de la narrativa.
“Hay que entender que esto es una película, no es ni un documental ni una denuncia”, se defiende el director, José Mario Salas, quien a sus 24 años debutó en la pantalla grande con esta producción.
“Estas historias están basadas 100% en la vida real”, agrega el director. “A mí una joven me contó que había sido abusada cuando niña y que nunca se lo contó a nadie. Dios le tocó el corazón y sintió la paz interna para decidir perdonar a su agresor. Ella me dijo que ya dios lo iba a juzgar y que por eso ella prefería perdonarlo”.
Salas invita a todas las personas que han sufrido abusos a que denuncien a sus agresores, pero considera que es una decisión personal que depende de cada quien. Desde su punto de vis-ta, Toque de lo alto no exime a ningún abusador, sino que cuenta historias en las que el perdón es el protagonista.
Yaco Vega y María Sandoval (de 20 y 15 años, respectivamente) eran dos de los jóvenes que estaban riéndose en el cine del Real Cariari cuando se proyectó el filme, y para ellos es inadmisible pensar en la posibilidad de perdonar ese tipo de actos, aunque la película les gustó y los dejó pensando en cómo mejorar su espiritualidad.
Deyvis Castro, quien se tomó selfies con su compañera de cine antes de la película, dice: “Por lo general tenemos una sociedad bastante golpeada, y películas como estas debería haber más, la verdad. Encontrar una solución en Jesús creo que es lo más importante de todo”.
De igual manera, comentarios positivos sobre la película los hay a cántaros en Internet, aunque a mediados de esta semana Toque de lo alto fue expulsada de las salas comerciales tras poco menos de 15 días en cartelera, acumulando 8.115 espectadores, si se toman en cuenta los preestrenos (según los datos provistos por Salas).
“Mi objetivo era que las personas se identificaran con los personajes por muchas situaciones”, comenta Salas. “Toda persona que vio la película con algo tuvo que identificarse, y eso nos ha pasado con personas que ni siquiera creen en dios”. El agnóstico en la sala no está de acuerdo, pero no importa.
Es la primera vez que Carballo actúa en una producción para cine. / Fotografía: JSB Producciones para LN.Las denuncias que no existieron, nunca
Ana María Murillo fue una de las varias personas que usaron espacios de diálogo y opinión en Internet para manifestar su descontento con el mensaje de Toque de lo alto. En el blog de Proyecto Lyra, un espacio para difundir asuntos de igualdad de género, Murillo asegura que la víctima de un abuso nunca debe disculparse.
“Pienso que es un insulto y falta de respeto ante todas esas personas que han sido abusadas sexualmente, tener que tratar de comprender a su agresor y perdonarlo porque así lo mando Jesús”, escribió Murillo. Sus palabras hicieron eco en usuarios de la web con una línea similar de pensamiento.
El Patronato Nacional de la Infancia (PANI) también reveló una preocupación en torno a las historias, mas no compartió declaraciones oficiales con esta revista “El PANI forma parte de la Comisión de Espectáculos Públicos y allí se emitió el criterio interinstitucional”, escribió vía correo electrónico Fanny Cordero, vocera del PANI. No obstante, la Comisión mostró intransigencia para compartir el acta en cuestión con este medio.
Durante el lapso en que la película estuvo en cartelera, fue exhibida sin regulación; es decir, apta para todo público, algo que naturalmente preocupó a Murillo y al sector progresista, en el tanto trata temáticas y situaciones no tan fáciles de comprender para los más niños, mucho menos con el ángulo ideológico con que se presentan.
Alejandra Mora, presidente ejecutiva del Instituto Nacional de la Mujer (INAMU), alega que “la película refleja situaciones que las mujeres y las niñas viven cotidianamente”. Según los datos que manejan en la institución, se estima que una de cada tres mujeres en el mundo ha sufrido abuso sexual durante su infancia y en otras etapas de sus vidas.
Además, las relaciones con menores de 15 años son un delito en el país (en la película, Alfonso tiene sexo con una muchacha de 16, salvado por la ley). Sin embargo, entre 2009 y 2013, 2.450 niñas de entre 10 y 14 años dieron a luz; el 86% de los padres declarados de esos niños en 2012 era mayor de edad. Es decir: ambas historias de la película son, en efecto, crudos reflejos de dos realidades innegables de Costa Rica.
No denunciar estos casos es también algo común, lamentablemente. “Entre los factores que pueden promover la denuncia contra este tipo de delitos se encuentran el contexto social de las víctimas y el apoyo que ellas puedan percibir”, comenta Mora. “Instituciones como las iglesias, cualquiera que sea su denominación, pueden convertirse en aliadas a favor de la denuncia, protección y erradicación de esta forma de violencia sexual”.
Claramente, eso no es lo que sucede en la película: ni siquiera hay mención de una corriente religiosa explícita, sino que se habla de “Jesús” y de “dios”, sin hablar de iglesias per se . Los familiares de las víctimas tampoco sugieren que se denuncien los casos; la mamá de Katherine le cuestiona a su hija que hubiese sido abusada por su padre y no le toma importancia.
“La denuncia es un factor importante de protección; también resulta un elemento esencial en el proceso de sanación del trauma, pero sobretodo permite disminuir la impunidad y que las víctimas verifiquen que hay un reconocimiento social e institucional de que el abuso sufrido es inaceptable. La denuncia puede garantizar poner en funcionamiento un sistema de protección de los derechos humanos de las víctimas”, concluyó Alejandra Mora.
Katherine decide perdonar a su abusador y a la vez pedirle perdón, luego de conocer a su dios. / Fotografía: JSB Producciones para LN.Confusión y desencanto
Fue la percepción de muchos críticos que el papel de Hanzell Carballo en la película estaba inspirado en la vida de la locutora (exempleada del canal de música VM Latino) y cantante, pero Carballo es la primera en saltar y manifestar que el guion se escribió con base en dos testimonios ajenos a ella, y que la historia de Katherine le sucedió a Katherine, no a ella.
Carballo admite que, siendo ella la víctima, sí hubiera puesto la denuncia en las instancias oficiales, pero insiste –al igual que lo hizo en Facebook, ganándose críticas por doquier– que el caso de Katherine no es el de una violación per se ; es decir, deja en claro que el abuelo de Katherine la tocó, pero no la penetró. A esto Carballo le llama “abuso superficial”.
Para Alejandra Mora, “si la sociedad sigue callando y justificando la violación de menores bajo la mampara de relaciones sexuales y de pareja consensuadas, la situación no cambiará”.
Judith Ladanyi, psicóloga-psicoanalista del centro de asistencias de casos de este tipo de la Universidad Centroamericana de Ciencias Sociales (UCACIS), manifiesta que aunque ambos casos se llamen abuso, no son lo mismo. “El grado de trauma depende de lo psicológico de cada persona, y depende del hecho en sí y del contexto de la violencia. No es lo mismo amenazar de muerte y violentar sexualmente con penetración a un menor que decirle a la niña ‘la quiero mucho’ y tocarle el trasero”.
De todas formas, Ladanyi hace énfasis en la necesidad de un tratamiento clínico que ayude a superar el trauma de los abusos sexuales, algo que tampoco forma parte del guion. “Un trauma psicológico deja secuelas que nosotros tenemos que tratar de curar, pero lo que haga la persona con su fe religiosa o no, con su familia o su novio, si vuelven atrás o si perdonan, no es un problema nuestro. Éticamente no deberíamos de meternos en la vida de la gente”.
En la cinta, Alfonso y su pareja viven felices después de que él pide perdón por serle infiel con una niña. / Fotografía: JSB Producciones para LN.‘El mundo no entenderá’
Hanzell Carballo usa la frase ‘el mundo no entenderá’ –común en algunas denominaciones religiosas– como último recurso ante las críticas: “Gracias a dios, él dejó el libre albedrío, entonces si no se identifican (con la cinta) pueden seguir otro camino”.
Sin embargo, no es tan fácil: como ya hemos visto, esto no es tan solo un asunto de preferencia religiosa, sino que toca ámbitos legales, sociales, culturales y políticos.
Recordemos que Costa Rica, por ejemplo, es uno de los pocos países confesionales de occidente, aunque el Papa Francisco ha dicho varias veces (la última esta semana) que para que un estado funcione debe ser laico. En la Asamblea Legislativa, la conversación no ha llegado a buen puerto, y no parece que vaya a hacerlo pronto.
Adicionalmente, el congreso cuenta en la actualidad con la mayor participación (cinco diputados) de políticos explícitamente cristianos, ya sea porque son pastores o porque están ligados a alguna iglesia. Eso, sin lugar a dudas, tiene injerencia en la toma de decisiones de la Asam-blea en relación a temas como el aborto y el laicismo.
Justo Orozco, diputado evangélico del periodo 2010-2014, fue acusado de acoso sexual y en dos ocasiones salió ileso. Esos, entre otros ejemplos, son evidencia del papel que juegan las religiones en un país en el que la mayoría es creyente, por lo que no es de extrañar que para algunos analistas Toque de lo alto sea un ejercicio hasta cierto punto de propaganda.
Sin embargo, la producción asegura que el presupuesto salió de fondos independientes del director Salas, quien niega cualquier tipo de relación con alguna iglesia, político cristiano o líder religioso, justamente para evitar que surjan cuestionamientos de cualquier índole.
Colaboró: Inti Pacheco.
Actualización: 22/05/2016, 6:55 p. m.: La versión original de este artículo consignó, erróneamente, que Justo Orozco fue acusado de abuso sexual, cuando en realidad las denuncias fueron por acoso sexual. Este dato fue corregido en la versión digital del texto.