Yo tengo un montón de hermanos y somos tan diferentes como cualquier grupo de individuos puede serlo. Unos somos conservadores, otros somos progresivos, unos somos creyentes y practicamos diferentes religiones, otros somos ateos, otros estamos en medio, donde ni nos fú ni nos fá.
Unos somos rubios ojiazules, otros somos de cabello y ojos oscuros, unos somos pálidos, otros morenos. Unos tenemos más ahorros, otros tenemos más deudas.
Unos somos heterosexuales, otros somos gays. Unos somos artistas, otros somos académicos. A todos nos gusta escuchar música porque estuvo muy presente en nuestra infancia, aunque esta ocurriera en décadas y lugares diferentes.
En mi familia nos queremos mucho. No tenemos que estar de acuerdo con las decisiones que tomamos para respetarnos. Entendemos que aunque tuvimos experiencias de vida relativamente parecidas, la forma en que nos afectó varía. Cada uno tiene sus rollos, su forma de lidiar con esos rollos y de aprender de ellos. Pero aprendemos y eso es lo importante. Aprendemos como familia y aprendemos como individuos.
Como familia nos toca enfrentar tragedias, nos metemos el hombro, nos abrazamos y lloramos juntos, como familia reímos y nos damos las buenas noticias. Nos damos cobijo y nos escuchamos. Creamos nuestras propias familias y las llevamos por caminos que a veces coinciden y a veces no tanto. A nuestra manera.
La relación con cada hermano me aporta una perspectiva que de otra forma probablemente no habría ni considerado. Mi disposición a ponerme en sus zapatos ha enriquecido mi capacidad de empatía.
Si mis hermanos y yo fuéramos iguales, mi familia sería muy aburrida. Si no asumiéramos nuestras diferencias como parte de lo que tenemos derecho a ser, no seríamos familia. Si nuestro amor estuviera condicionado al visto bueno por lo que cada uno es y escogió para sí, este sería restrictivo. ¿Cómo podría atreverme a decir que mi amor es genuino si no reconozco y respeto nuestra diversidad?
La aceptación es básica a la hora de querernos. Mucho más que tolerancia, lo mínimo que estamos obligados a darnos es aceptación y respeto.
Mi familia son mis seis hermanos y sus nueve hijos, sus mamás y la mía, mis vecinos, la gente que viaja conmigo en el bus, la gente que veo en las noticias, con la que comparto espacio en redes sociales, las familias de ustedes. Si tuviéramos compasión por todos como la tenemos por nuestra familia inmediata, seríamos una mejor humanidad, seríamos mejores hermanos.