En el año 2005, Jules Lowe , de 32 años, fue puesto en libertad, a pesar de que había asesinado a su padre, de 82 años.
Este veredicto fue noticia de muchos días en Gran Bretaña y creó jurisprudencia porque se trataba del primer caso confirmado de absolución de un crimen porque el imputado se encontraba en estado de sonambulismo cuando lo cometió.
Casi todos tenemos alguna anécdota de sonámbulos que contar porque, según la Fundación Nacional del Sueño de Estados Unidos, el sonambulismo afecta a un 15% de la población mundial.
Dichosamente, no todas las historias de noctámbulos deambulantes son tan sangrientas como la del inglés. Lo que sí tienen todas en común es que ni siquiera el sueño es capaz de apagar a la mente humana.
“Una vez, cuando era carajillo, me levanté en la noche, di unos pasos, abrí la gaveta de las medias y oriné ahí. Cuando me desperté en la mañana, la hediondez se sentía por todo el cuarto y me di cuenta de que era sonámbulo”, recuerda entre risas el joven costarricense Juan José Rodríguez, hoy de 21 años.
La doctora Liliana Estrada, especialista en medicina del sueño, define este estado como “una parasomnia o trastorno que tiene que ver con cambios de conducta durante el sueño”.
Cuando una persona se encuentra en esta condición, “se activan el sistema motor y los procesos cognitivos, como los pensamientos y los ‘automatismos’ (acciones como abrir la refrigeradora o la puerta, bajar gradas, orinar)”, explica.
Las historias abundan; por ejemplo, Priscilla Alfaro, estudiante de Filosofía de la Universidad de Costa Rica, cuenta: “Una vez me levanté dormida, abrí la puerta del baño, me senté en el inodoro, oriné, me lavé las manos, dije ‘buenas noches’ y me fui. Mi hermano vio todo y dice que yo actué con plena naturalidad”.
Lo que pasa en estas situaciones, explica la doctora Estrada, es que el paciente entra en una etapa momentánea entre la vigilia y el sueño.
Es sabido que el sueño está formado por varias etapas que constituyen un ciclo, y que este ciclo se repite varias veces a lo largo de la noche. El sonambulismo aparece en la fase NO REM (por sus siglas en inglés
Es decir, la corteza cerebral continúa dormida, pero están despiertos los centros dentro del cerebro, que son los responsables de los movimientos automáticos.
Según un artículo de la revista
La doctora Estrada detalló que este trastorno tiene una incidencia de 17% en la infancia, principalmente entre los 10 y 12 años, y solo el 5% por ciento de estas personas continúan presentando cuadros de sonabulismo en la edad adulta. Esto se debe a que, conforme aumenta la edad, la estructura del sueño va madurando, por lo que las alteraciones disminuyen.
Los comportamientos de un sonámbulo también cambian de acuerdo con la edad de las personas. En los niños, muchos caminan por el cuarto, corren y hacen intentos de escapar; sus movimientos son descordinados e ilógicos (como orinar fuera del inodoro) y, si se les pregunta algo, sus respuestas son lentas.
Los adolescentes, por lo general, se despiertan al final de su episodio sonámbulo y reaccionan con verguenza cuando se percatan de lo que hicieron.
Y los adultos, por su parte, tienen conductas más complejas. Con frecuencia se caracterizan por ser abusivas y de alto riesgo, y por eso muchas veces terminan con heridas o con la muerte del paciente o de otras personas. Según un estudio de la Universidad de Basel, en Suiza, la mayoría de los accidentes ocurren porque el sonámbulo salta de una ventana.
“Una noche, mami me encontró en el baño de la casa, mezclando el champú y el acondicionador en la taza del inodoro y haciendo un gran reguero”, relata Gabriela Castro, hoy productora industrial y quien fue sonámbula en su infancia, sobre todo después de jornadas muy cansadas.
Ciertas situaciones como las disfunciones familiares o los cuadros severos de ansiedad, hiperactividad, depresión, estrés o nerviosismo pueden disparar el desarrollo de parasomnias.
La incapacidad para manejar emociones hace que sean los niños los más propensos a canalizarlas como alteraciones del sueño, explica Estrada.
El doctor Stephen J. Sharp, en su artículo de
A la vez, ciertos medicamentos y drogas pueden ser detonantes de trastornos del sueño, como sucede con los antibióticos con fluoroquinolona, los anticonvulsionantes, ciertos antidepresivos y ciertos antihistamínicos, los medicamentos contra el mal de Parkinson, la cafeína, la hierba
Lo bueno es que el sonambulismo suele ser un trastorno pasajero.
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Si persiste en la adolescencia y la edad adulta, se aconseja consultar con un especialista para descartar que se trate de epilepsia nocturna o de otros tipos de desórdenes del comportamiento.
No existe tratamiento específico para el sonambulismo, ni tampoco se recetan medicamentos para combatirlo. Lo que se recomienda es dormir en forma regular, con horarios fijos para acostarse y levantarse.
Es vital revisar el entorno del caminante nocturno para cerciorarse de que no haya obstáculos de riesgo para su tránsito. Cerrarle bien las puertas de salida a la calle y esconder las llaves, son otros dos buenos consejos.
Aunque muchos creen que despertar a un sonámbulo es peligroso, tal creencia no es más que un mito. Así como mucha gente da un salto si es despertada de súbito por un temblor en la madrugada, estas personas también se asustan si los despiertan abruptamente, precisamente porque ¡están dormidos! Lo mejor es tratar de guiarlos nuevamente hasta su cama, sin hablarles ni encender las luces.
En Costa Rica existen varios centros como Sleep Med y Sleep Lab , que cuentan con especialistas en medicina del sueño.
Estas clínicas realizan polisomnografías o estudios en los que se emplean diversas herramientas para diagnosticar desórdenes del dormir.
Con ellos, se monitorea durante el sueño la actividad cerebral, el tono muscular, el ritmo y la frecuencia del corazón y el esfuerzo respiratorio del paciente.
Si usted o alguien de su casa tiene problemas para permanecer en la cama mientras duerme, probablemente es mejor que visite a un especialista.