Empezó como una simple operación de amígdalas y terminó siendo una tenebrosa lucha en torno al destino de una niña de 13 años a quien los médicos declararon legalmente muerta, aunque sigue viva en opinión de sus religiosos padres.
A la jovencita, Jahi McMath, la declararon en muerte cerebral tras una serie de complicaciones resultantes de la cirugía a la que se sometió el pasado 9 de diciembre en el Hospital de Niños de Oakland, y los médicos estaban decididos a quitarle el respirador artificial.
Pero el corazón de ella seguía latiendo y su familia protestó en la Corte contra esa medida, por lo que –al cierre de esta edición, el jueves– continuaba conectada a la máquina.
En medio de amargas batallas en tres cortes, un juez de la Corte Superior del Condado de Alameda medió en un acuerdo que permitiría el traslado de Jahi a otro centro dispuesto a recibirla, aunque el hospital de Oakland la haya declarado muerta.
Al tiempo que los debates continuaban en las cortes, se dispuso que la niña seguiría conectada al ventilador por orden del juez. Las prisas y angustias vividas por sus parientes incluyeron el reto de hallar un hospital que aceptara a la niña y a médicos dispuestos a realizar las maniobras que mantuvieran su corazón latiendo durante el traslado.
“Creo en Dios y creo que si Él la quería muerta, ya se la hubiera llevado”, dijo la madre, Nailah Winkfield, quien es bautista. Agregó: “Su corazón está latiendo, su sangre está fluyendo. Se mueve cuando me le acerco y le hablo. Esa no es una persona muerta”, agregó.
Jahi fue internada en el Hospital de Niños en diciembre. Se le sometió a tres procedimientos quirúrgicos para eliminarle las amígdalas y adenoides. Posteriormente, “sufrió serias complicaciones” que resultaron en su muerte, de acuerdo con documentos de los tribunales remitidos por el hospital.
El abogado de la familia dijo en documentos presentados a la Corte, que Jahi sufrió “gran pérdida de sangre y, como resultado, tuvo un ataque cardíaco y pérdida de oxigenación de su cerebro”.
En un documento presentado ante la Corte Federal, Christopher Dolan, el abogado de la familia, declaró que “los padres de la niña son cristianos con firmes creencias religiosas en que, mientras el corazón siga latiendo, Jahi está viva”.
Todos los médicos que han examinado a la niña, incluyendo a un neurólogo nombrado por la Corte, la han declarado con muerte cerebral.
Pese a este diagnóstico, Dolan comentó que, tras mucho buscar, sí hubo varios centros hospitalarios dispuestos a recibir a Jahi, en cuenta el Centro Comunal Nuevos Inicios, en Medford, Nueva York.
Se trata de un hospital para personas con lesiones cerebrales traumáticas y otras discapacidades.
Según el acuerdo logrado para que se permitiera hacer el traslado, el hospital de Oakland entregó a Jahi al forense del condado de Alameda con el afán de que se le clasificara como “oficialmente muerta”, y luego la familia pudo llevársela a otro lugar.
“Es difícil para una madre recibir un certificado de defunción de un hijo cuyo corazón está latiendo”, manifestó Dolan.
Lo que muchos se preguntan ahora es ¿cuál hospital estuvo dispuesto a aceptar a un paciente después de que se le emitió a la paciente un certificado de defunción? “No se ha reportado un solo caso con diagnóstico correcto de muerte cerebral en el que el paciente haya vuelto a la vida”, aseguraron varios de los médicos consultados.