Una niña de 13 años fue aceptada en la carrera de Matemática de la Universidad de Oxford. Eso sucedió en 1997 y todo sugería que su futuro sería brillante. Algunos años después, la joven huyó de la universidad y terminó laborando como trabajadora sexual.
Esta historia de la vida real puede verse desde la óptica que cada quien desee. Muchos han opinado que es descorazonador el modo en que la joven británica Sufiah Yusof, un asombroso prodigio de la matemática, terminó convirtiéndose en una trabajadora del sexo cuyas tarifas ascienden a 160 libras esterlinas (unos ¢140.000) la hora.
Sin embargo, ella afirma sin rodeos que su trabajo como profesional del erotismo le ha proporcionado las mayores satisfacciones. Se lo confesó a un reportero inglés el año pasado, poco después de cumplir los 29 años.
Mas, independientemente de cómo se le juzgue, la vida de Sufiah Yusof merece ser contada.
Hija de una madre malasia y un papá paquistaní, la niña nació en 1984 y, a la edad de 13, tuvo sus tres minutos de fama debido a un eminente logro: fue aceptada en la carrera de Matemática de la Universidad de Oxford.
No fue la primera de su familia que descolló de tal modo en el estudio: dos de sus hermanos también empezaron la educación superior a edades en las que los adolescentes apenas se están habituando a la secundaria.
Sin embargo, en el caso de Yusof, talento no fue sinónimo de éxito académico. Tres años más tarde, a la primaveral edad de 15 años, fue noticia de nuevo porque luego de rendir el último examen del curso lectivo, huyó de su residencia estudiantil en la universidad y la policía pasó dos semanas buscándola.
Cuando apareció, había conseguido trabajo como mesera en un café Internet y se rehusó rotundamente a volver a su casa y también a seguir estudiando.
Su biografía incluye un matrimonio tempranero con un abogado de Oxford, unión que solo duró 13 meses y, a partir del 2008, la incursión en el trabajo sexual. Alguna vez, una amiga suya dijo que su condición de genio fue su maldición.
Diversos reportajes hurgan en su pasado y pronto aparece la figura de Farooq Yusof, un padre demandante y controlador que estaba convencido de que había que acelerar el aprendizaje de los hijos cuanto fuera posible, como si pretendiera cultivar genios por hidroponía. Luego la hija confesaría que se frustró y hartó de tanta presión.
Poco después de la partida de Sufiah, trascendió que su papá fue detenido por abusar de dos estudiantes quinceañeras a las que daba tutorías.
“Todo a su tiempo” y “ningún extremo es bueno”: dos conclusiones con las que estará de acuerdo la mayoría.
Jefa de Información. Labora desde 1991 en La Nación. Periodista de la UCR, cubrió temas científicos por 10 años. Fue 'Redactora del año' del diario (1992); ganó el Vargas Gené de Periodismo (2004) y dos veces el Premio Nacional de Periodismo Científico.
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