Hugo Chávez lo ungió como su heredero político en diciembre del 2012, cuando el deterioro de su salud presagiaba el epílogo de una presidencia de 14 años. Fallecido Chávez, en marzo, Nicolás Maduro lo sucedió tras ganar estrechamente (por un punto porcentual) unos comicios cuestionados por la oposición, encabezada por Henrique Capriles.
Maduro, de 51 años y quien antes antes se desempeñó como presidente de la Asamblea Nacional, canciller y vicepresidente de la República, ha debido lidiar este año con una economía en serios problemas, aquejada por escasez de divisas –que han limitado las importaciones– y productos, y espoleada por la inflación más alta del continente (54% interanual a octubre).
Empero, si las elecciones que lo ratificaron como el relevo “natural” de Chávez constituyeron una prueba que sorteó con extrema dificultad, los comicios municipales celebrados este mes le permitieron salir airoso de una consulta a la que sus rivales dieron un carácter de “referendo”.
“Guerra económica”
Sin otra visita a las urnas hasta el 2015, el exchofer de autobús dirige ahora sus energías hacia un objetivo al cual otorga máxima prioridad: la “guerra económica” para controlar la inflación y garantizar un mejor flujo de las importaciones, así como para atacar la corrupción.
Al igual que lo hizo su mentor, Nicolás Maduro obtuvo autorización del Congreso para promulgar decretos con fuerza de ley durante un lapso de un año.
La llamada “ley habilitante” se aprobó con los 99 votos justos requeridos, luego de que a una diputada, quien llegó al Parlamento elegida por el chavismo, se le retiró la inmunidad por un supuesto caso de corrupción.
La medida legislativa estuvo precedida por una arremetida del Gobierno contra tiendas de ventas de electrodomésticos, a las que las autoridades obligaron a rebajar los precios después de acusarlas de cobrar hasta 1.000% de más.
En este sentido, Maduro quiebra lanzas contra lo que considera son prácticas especulativas y ha dispuesto márgenes máximos de utilidades (entre 15% y 30%). Dos de los primeros decretos-ley que promulgó apuntan a aumentar los controles a empresarios y a regular las importaciones.
El Gobierno también anunció regulaciones de precios de artículos tan diversos como vehículos, alimentos y repuestos automotores. Todo ello, en aras de “blindar el orden económico de transición al socialismo”, según definió el mandatario.
En el frente externo, Maduro continuó privilegiando las relaciones con China y América Latina, por medio del fortalecimiento de organismos regionales como el Mercado Común del Sur (Mercosur), la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (Celac) y la creación de una zona económica común en la región.
En contraposición, los nexos con Estados Unidos empeoraron con las expulsiones mutuas de diplomáticos en marzo y setiembre.