Hace seis años y unos cuantos días, la cantante Kesha debutó en el mercado musical con su disco Animal. Por la puerta grande, Kesha entró directo al primer puesto de ventas en Estados Unidos, Canadá y Grecia, y al top 10 de otros siete países. Hoy, debido a un embrollo legal que no parece encontrar la luz del remedio, la incógnita es una: ¿Podrá Kesha volver a publicar música y hacer conciertos en el futuro?
De Kesha, el público recordará canciones como Tik Tok y Die Young, éxitos aplastantes de pop en la vena de la música electrónica, cuyas letras sobre fiestas, rebeldía y desdén con la realidad tintaron la música popular de occidente con cierta autenticidad y desobediencia que nadie brindaba en 2010.
Cuando Miley Cyrus impactó al mundo por razones similares, un par de años atrás, quedó la impresión de que tanto medios como público olvidaron que Kesha había hecho lo propio desde mucho tiempo antes, sentando un precedente para estrellas femeninas de pop alejadas de la típica imagen de niña bonita de siempre.
No obstante, detrás de una carrera que de lejos parecía fructífera y no perecedera, se esconde una de las historias legales más complicadas de la industria musical del nuevo milenio.
Un juicio civil en desarrollo en Estados Unidos tiene a Kesha en una pugna contra Dr. Luke, su representante y productor desde hace diez años, a quien la estrella de pop acusó de abuso sexual, físico y emocional. Sus defensores alegan que –ante esta situación– es imposible para ella producir nuevo material, razón por la cual tampoco puede presentarse en vivo.
Novata vehemente
La historia se remonta a 2004, cuando Kesha Rose Sebert tenía 17 años y perseguía una carrera musical en el mundo del pop comercial.
Impulsada a escribir y a cantar música por su madre –quien fuera cantante y compositora de canciones de country y pop en los años 70 y 80– desde temprana edad, Kesha grabó algunas primeras canciones y las envió a productores y disqueras de ciudades como Nueva York y Los Ángeles, epicentros del entretenimiento.
Luego de escuchar dos temas, Lukasz Gottwald (mejor conocido como Dr. Luke) y Max Martin (el productor de pop más importante de la actualidad) la convencieron de salirse del colegio, posponer su graduación y viajar a Los Ángeles para explotar su carrera. Con 18 años, Kesha era una estudiante ejemplar, pero igualmente firmó un contrato con Kemosabe Entertainment, el sello de Dr. Luke, y su empresa de publicación Prescription Songs.
En 2004, Luke había saltado a la fama por su primer éxito musical: Since U Been Gone, de Kelly Clarkson, ganadora del primer American Idol. En los años posteriores, el productor estaría detrás de los principales éxitos de artistas como Pink, Katy Perry, Rihanna y Nicki Minaj, entre decenas más. Pero entonces, con Kesha bajo los brazos, Luke apenas estaba a las puertas de una carrera sobresaliente en el pop.
Animal, el disco debut de Kesha –el cual vendió más de cuatro millones y medio de copias– salió a la venta en 2010, luego de trabajar con otras compañías y eventualmente regresar a la empresa de Dr. Luke, quien logró finalmente publicar el material a través de Sony Music.
Antes de finalmente darse a conocer, Kesha trabajó como mesera de un restaurante, al mismo tiempo que intentaba convertirse en estrella, por lo que dividía su tiempo entre atender a comensales y grabar en el estudio. Con Animal, rápidamente se ganó la atención del mundo occidental.
Dos años después salió su segundo álbum, Warrior, igualmente exitoso pero no tanto como su debut. Kesha, de todas formas, era una gran estrella de pop, con reality de MTV incluido, a través del cual –de hecho– en varias ocasiones manifestó su desencanto con ciertas partes de la industria musical. En un tuit de 2012, la artista dijo que fue obligada a cantar partes de su éxito Die Young, coescrito junto a Luke y con un coro polémico que incitaba a morir jóvenes. (Kesha ha escrito o coescrito todas sus canciones.)
#FreeKesha
Además de sus comentarios en el programa de MTV, un artículo en una revista y un libro sugerían que Luke fue totalitario durante la producción de Warrior, el disco más reciente de Kesha, lanzado hace cuatro años, un lapso largo para una estrella de pop en desarrollo.
Una petición bajo el hashtag #FreeKesha (liberen a Kesha) fue publicada en línea en 2013, basándose en el supuesto de que la relación laboral entre Luke y la cantante era insostenible, enfermiza y afectaría su carrera.
El asunto también había sido abordado en una demanda de una compañía con la que Kesha había trabajado antes de lanzar su primer disco bajo el ala de Luke. La empresa demandó al productor por interferir en su contrato con Kesha y por manipular a la cantante para que regresara a su tutela.
Los papeles de los demandantes decían que Dr. Luke cometió ciertas acciones inmorales e ilegales contra Kesha, pero en su deposición la artista afirmó que Luke nunca se le había acercado sexualmente. En un video del juicio de 2011 difundido esta semana, Kesha asegura que Luke no la violó ni la drogó. En Estados Unidos, la gran mayoría de casos de violación no son reportados a las autoridades por miedo.
No obstante, en una demanda de 2014 de Kesha contra Luke, la cantante solicita terminar su contrato con el productor y con la empresa Sony Music por abusos de Luke que se remontan hasta 2005 y que la han afectado física y emocionalmente.
El caso podría resolverse hasta dentro de más de un año, pero en una audiencia preliminar del caso, celebrada el viernes 19 de febrero en la Corte Suprema de Nueva York, la juez negó la petición de Kesha de terminar su contrato con Luke y con Sony.
Sony y el productor dijeron que ella puede trabajar con la empresa sin que el productor esté involucrado. No obstante, desde el punto de vista de la compositora, al hacer eso estaría trabajando para el hombre que asegura que la drogó y la abusó varias veces, pues su contrato con Sony tiene a la empresa de Luke como intermediaria.
A raíz de la audiencia, estrellas del entretenimiento y millones de personas se han unido al grito de apoyo a Kesha, prominentemente la cantante Taylor Swift, quien donó $250.000 a la cantante para ayudarla con los gastos de este largo proceso legal.
En Facebook, esta semana, Kesha se refirió ampliamente al respecto por primera vez: “Todo lo que quiero es hacer música sin tener miedo ni ser abusada. Este caso nunca fue acerca de la renegociación de mi contrato, sino de liberarme de mi abusador”. Además, aseguró: “Yo estaría dispuesta a trabajar con Sony si hacen lo correcto y rompen todos los lazos que me atan a mi abusador”.