Gabriel me presentó la marihuana cuando yo tenía 15 años de edad. Me explicó cómo se jalaba, cuáles eran sus efectos y el vocabulario.
“Se le dice ganga o wit, los polos le dicen mota”, detalló mientras ‘enrolaba’ el puro, previniéndome de ser mofa de los demás.
En el barrio, cuando alguien quería fumar, se iba a las instalaciones de un enorme parque deportivo cercano. Allí, en medio del montazal, se camuflaban para no ser molestados o “sapeados” por otros. Todos en la barra de amigos sabíamos quiénes la consumían; los adultos, por el contrario, nunca sospecharon nada.
Gabriel era uno de los expertos y aquella vez me invitó a acompañarlo en vista de mi inmensa curiosidad. En ese entonces, él, a lo mucho, tenía 16 años.
Poco recuerdo del efecto de la cannabis. Lo que quedó en mi memoria fue la sensación de estar haciendo algo prohibido y de luego mentirle a mi mamá cuando me preguntó dónde había estado. ¡Se hubiera enojado tanto!
En aquellos tiempos a la marihuana se le veía tan perversa y mala como la música de Marilyn Manson ; era una puerta de acceso al mundo de la perdición.
Ahora, 13 años después, esa imagen de villana se ha resquebrajado, tal y como lo hizo la popularidad de ese roquero dizque satánico; ya no causa tantísimo susto entre los padres.
Información alternativa que resalta las bondades de la cannabis y desmitifica sus efectos negativos se difunde de forma masiva por blogs y redes sociales pues ahora la sociedad es mucho más permisiva.
{^SingleDocumentControl|(AliasPath)/2012-07-15/RevistaDominical/Articulos/RD15-MARIHUANA/RD15-MARIHUANA-summary|(ClassName)gsi.gn3quote|(Transformation)gsi.gn3quote.RevistaDominicalQuoteConExpandir^}
Tal escenario, aunado a que cada vez resulta más fácil conseguir esta droga, ha hecho que la edad de inicio con la marihuana muestre la mayor reducción en los últimos 20 años y que el consumo, sobre todo entre jóvenes, haya aumentado.
De hecho, hay un grupo de ciudadanos organizados que piden a los consumidores salir del clóset cannábico, reconocer que fuman y exigir derechos y garantías, tal y como lo han hecho, por ejemplo, consumidores de tabaco en respuesta a la Ley Antitabaco.
Cruzando la calle, las autoridades policiales alertan sobre los riesgos de la “normalización” del consumo de la marihuana, el peligro de la adicción y el descontrol, mientras que el sector Salud carece de una política de prevención enfocada en la cannabis.
La
Mayron Quesada Peraza comenzó a consumir marihuana a los 16 años. Al igual que quien escribe, lo motivó la curiosidad, pero, a diferencia de mi caso, él continuó fumando, incorporándola a su estilo de vida.
“Fue una decisión personal. Un amigo que fumaba la vendía, le pedí probarla ¡y listo! Fue una noche, en una fiesta, una decisión que no tuvo mucho peso”, contó este joven, actualmente de 21 años.
Ahora fuma un puro de forma ocasional y dice que el secreto está en saberlo controlar. “Fumar no me vuelve drogadicto, así como que usted tome cerveza no lo vuelve alcohólico”.
La Encuesta Nacional de Hogares sobre Consumo de Drogas (IAFA, 2010), encontró que la mayoría de consumidores se inician , en promedio, a la misma edad que lo hizo Mayron: los hombres a los 16 años y 5 meses, y las mujeres a los 17 años y un mes. Tales edades nunca habían sido tan bajas.
Por ejemplo, en 1990, cuando se empezó a hacer este tipo de encuestas, los hombres empezaban a probar la cannabis a los 19,9 y las mujeres a los 18,5 años. La investigación del IAFA también muestra un incremento del consumo activo: el número de hombres pasó de 0,6% de la población en el 2006, a 2% para el 2010; en las mujeres subió de 0,1% a 0,9%.
El consumo se agrupó, principalmente, en personas de 12 a 35 años; no obstante, el pico en los hombres se da entre los 20 y 30, y en las mujeres entre los 12 y 20 años de edad.
Entre las causas de este aumento figuran –además de la sempiterna curiosidad–, la disponibilidad de la marihuana, es decir, lo fácil que es conseguirla.
Así lo afirma Carlos Alvarado Valverde, director del Instituto Costarricenses sobre Drogas (ICD), ente encargado de diseñar e implementar las políticas y las estrategias para la prevención del consumo de drogas.
En Costa Rica, aunque la comercialización, trasiego y producción de la marihuana están penados, su consumo es libre.
{^SingleDocumentControl|(AliasPath)/2012-07-15/RevistaDominical/Articulos/RD15-MARIHUANA/RD15-MARIHUANArec2|(ClassName)gsi.gn3quote|(Transformation)gsi.gn3quote.RevistaDominicalQuoteConExpandir^}
El jerarca mencionó dos aspectos. El primero, la permisividad y la normalidad con que se ha querido hacer ver la marihuana por ciertos grupos. Esto, a su criterio, hace que esta droga se venda sin tanto tapujo. El segundo, la experiencia de los narcotraficantes para mover sus redes y atraer vendedores de droga al menudeo.
“Por aquí (Costa Rica) pasa mucha droga (recorrido que se inicia en Suramérica y termina en Estados Unidos). A los colaboradores internos les pagan con droga, ellos son las que la venden en las calles”.
Una encuesta de la empresa Unimer para
Mayron ejemplifica este dato: “Se maneja un mercado bastante amplio; la verdad es fácil. Antes era muy tabú, alguien siempre conoce a alguien, puede ser un
También hay quienes, por el contrario, prefieren esquivar el narcotráfico y apostar al cultivo. Carlos Garita Hernández, de 24 años y quien se cataloga como “usuario” de marihuana, es uno de ellos.
Este estudiante de Derecho dice estar opuesto al contrabando, pues alega que no solo mueve un mercado oculto y peligroso, sino que el producto que se vende es de mala calidad.
“Las semillas (marihuana) se pueden traer y cultivar. Tengo amigos con matitas que me regalan y compartimos”, expresó.
El acceso a información alternativa, la cual cuestiona la postura antidrogas, es otra de las razones que explica el incremento del consumo.
Se trata de información en blogs y redes sociales que cuestiona los efectos nocivos de la marihuana y expone sus bondades; en algunos casos con fundamento científico.
Diego Grosscors es el principal representante de la organización Movimiento Cannábico Costarricense , el cual promueve legalizar la marihuana y educar a la población sobre esta droga, con el fin de generar un consumo responsable, dicen ellos.
Su página en Facebook, titulada “ Sí a la legalización de la marihuana en Costa Rica ”, tiene más de 15.000 “me gusta”.
Entre los argumentos que plantea este grupo está que consumir marihuana no es la “puerta de acceso” a otras drogas, que no es alucinógena y no mata neuronas. Además, ataca el sistema prohibitivo y declara que el Estado debería enfocarse más a atender las adicciones en lugar de combatir sin frutos –a su criterio– el narcotráfico.
Tal posición hace que el director del ICD, Carlos Alvarado, salte de su escritorio: “Hay quienes dicen que la marihuana es una maravilla y que quienes luchamos contra esto estamos locos, que somos unos brutos. Eso es una inconsciencia, están equivocados”.
Otros, como el doctor Julio Bejarano Orozco, investigador del IAFA, son más cautos. Bejarano afirma que la marihuana es la droga con mayor diversidad de criterio: “ Hay estudios científicos serios que dicen que la marihuana no produce casi nada y otros estudios, también muy serios, que dan cuenta de una serie de efectos negativos. Tomar partido con fundamento en este tema es muy sencillo”, resaltó.
De hecho, el IAFA dice que el impacto de la marihuana es “relativamente modesto” en comparación con otras drogas lícitas e ilícitas.
No obstante, el propio Diego Grosscors reconoce que al haber tanta información en la web sobre la marihuana se corre el riesgo de que no toda tenga fundamento científico o esté bien respaldada, por lo que podría generar riesgos entre los consumidores.
Es por esto que el activista promueve desde el Movimiento Cannábico que el tema salga de la oscuridad y se vuelva transparente, que se hable de ello con naturalidad.
“Nosotros no decimos que la marihuana es inocua (que no causa efecto alguno), ni decimos que es para todos. Lo que queremos es que el consumo se haga de forma educada, responsable, que no haya discriminación”, detalló Grosscors.
Parte de la idea es que se derribe el estigma del mafufo. Según la Real Academia Española el mafufo es aquella persona aficionada a fumar marihuana, pero en Tiquicia se asocia con la imagen de un tipo mal vestido, tontón, que anda metiéndose siempre en problemas.
“Nosotros le decimos a los consumidores que es hora de salir del clóset cannábico, pelear por los derechos, que la gente se dé cuenta que no son drogadictos. Hay médicos, abogados, arquitectos, profesores, padres de familia que fuman marihuana”.
Por ejemplo, Mayron es estudiante de Antropología y Docencia en la Universidad de Costa Rica, mientras que Carlos Garita, además de estudiar Derecho, es profesor de inglés.
“Somos gente productiva, trabajadora, que estudia y busca superarse, que simplemente decidió, por cuestión personal, utilizar marihuana”, dijo Carlos.
Pero, ¿qué los hace consumir Cannabis? ¿qué les genera esta droga?
Entre las bondades, el Movimiento Cannábico destaca el aumento de la creatividad, tanto filosófica como abstracta; en síntesis, argumentan, las ideas fluyen con mayor facilidad.
Mayron dice que él disfruta más ciertas actividades gracias a los efectos de la marihuana. “Lo hago para sentirme diferente, para ir más allá del plano de la normalidad”.
Otro de los fumadores que decidió salir del clóset cannábico, Felipe Sánchez Dávila, de 22 años, aclara que se debe saber cuándo y dónde fumar marihuana para poder disfrutarla sin problemas.
“Yo aprovecho los momentos cuando no tengo responsabilidades pendientes y que no me interfiera con la vida normal. El momento ideal es después del trabajo, luego de hacer tareas de la 'U', relajado en la noche, un sábado o domingo, trato de buscar un lugar donde haya naturaleza”, relata el muchacho, estudiante de agronomía, quien resalta que aunque la pase bien con la marihuana no requiere de esta para estar bien.
Pero más allá de estos testimonios y el activismo, lo cierto es que la marihuana, como cualquier otra droga, causa daños, tanto físicos como sociales, y representa una amenaza, sobre todo cuando se pasa del consumo a la adicción.
Esta es la posición del psiquiatra especialista en adicciones y director del centro de rehabilitación Proyecto Nova, Andrés Mesén Fainardi.
“La marihuana no es ni inofensiva ni leve; genera un daño cognitivo, problemas de memorización, de aprendizaje, el individuo rinde menos”, alertó el galeno y añadió que hay estudios que indican que las personas consumidoras de cannabis tienen cuatro veces más posibilidades de desarrollar psicopatologías, tales como depresión, paranoia o ataques de pánico.
El experto explica que las drogas elevan unas sustancias en el cerebro que activan los centros de placer, de las cuales se puede desencadenar la dependencia.
Sin embargo, reconoció que la marihuana no es de las drogas más adictivas. No se puede comparar, por ejemplo, con la cocaína ni con el tabaco, la cual es considerada la más adictiva de todas.
La diferencia entre el consumo y la adicción radica en tres factores: que cada vez se necesite más dosis para lograr el mismo efecto; que al dejar de consumir se produzca el síndrome de abstinencia; y que la acciones cotidianas de la vida se vean interrumpidas por el consumo de droga. Si hay al menos uno de estos tres elementos presentes, es que hay adicción.
“Existen muchos factores que entran en juego para que una persona se vuelva adicta. Va más allá de la sustancia. Depende del entorno social del individuo, de su genética; es jugársela”, resaltó.
Tal vez eso explica por qué ni yo ni mi viejo amigo Gabriel, quien compartió marihuana conmigo cuando éramos adolescentes, siguiéramos consumiendo.
Aquel episodio fue tan solo un párrafo de un capítulo sin mayor importancia de mi pasado. Todo lo contrario a lo sucedido con el tabaco, vicio que me costó un mundo poder dejar.
{^SingleDocumentControl|(AliasPath)/2012-07-15/RevistaDominical/Articulos/RD15-MARIHUANA/RD15-MARIHUANArec3|(ClassName)gsi.gn3quote|(Transformation)gsi.gn3quote.RevistaDominicalQuoteConExpandir^}
Tal y como lo dice el doctor Mesén, el problema no está en la droga, sea el alcohol o la cannabis; el problema es su consumo y está en la persona.
Bajo esta premisa, el Movimiento Cannábico promueva la legalización de la marihuana. Su argumento es que la prohibición es la principal responsable del aumento del consumo.
“Le dan un carácter de malo, de censura, que lo que hace es despertar el interés de los muchachos. Además, se fomenta un mercado clandestino que ofrece producto de mala calidad”, reclama Diego Grosscors.
El activista considera que la guerra contra el narcotráfico fue un fracaso y que al legalizar la cannabis habría más información y control sobre esta.
“Tiene que venir acompañada de una estrategia –que nosotros mismos estamos creando–, de atención de daños, de prevención, de tratamiento a la adicción”, sostiene. Una propuesta similar ya está en discusión en Uruguay, impulsada por el presidente José Mujica.
A criterio de Grosscors la legalización evitaría que las personas se expongan a recurrir a zonas conflictivas o a lidiar con
Felipe Sánchez Dávila fue víctima de tal represión. A él un grupo de policías lo detuvo y golpeó en playa Dominical, en la zona sur, por tener marihuana. Eso sucedió el 27 de mayo.
“Me patearon, esposaron y torturaron durante varias horas”, relató el muchacho, que ya presentó la denuncia bajo el expediente 12001067-0219PE.
En octubre del 2011, el Ministerio Público giró una orden para que no se abra un proceso penal cuando una persona es detenida portando pequeñas cantidades de drogas. No obstante, no se detalla la cantidad de sustancia ilícita.
Para el director de ICD, Carlos Alvarado, la idea de la legalización no está en discusión en Costa Rica, pues la considera descabellada y la compara con un suicidio.
“Aumentaría el consumo, el mercado clandestino seguiría operando y perderíamos el control; nada bueno saldría de eso”, aseguró. Para el jerarca, el secreto está en aumentar los controles policiales, con un acompañamiento de campañas de prevención y educación.
Sin embargo, en Costa Rica no existe una estrategia focalizada en prevenir la marihuana. El IAFA trata a todas las adicciones por igual y, de hecho, en sus ocho centros de atención lo que más llegan son personas con problemas de alcoholismo.
La psicóloga especialista en adicciones, Priscilla Spano Carazo, directora del Centro Paso a Paso, detalló que en Costa Rica no es el momento para hablar de la legalización, pues existe mucho desconocimiento sobre la marihuana y las formas de tratar la adicción.
“No se trata de hacer una guerra contra las drogas, sino contra la ignorancia. Tenemos que pensar en un enfoque de salud pública”, dijo. Para ella, el país está fallando en tratar las adicciones, por lo que se requiere preparar a las personas en el tema de la educación y en una verdadera prevención.
En lo que todos los entrevistados coinciden es que el tema debe abordarse, dialogarse y escuchar las distintas posiciones. Lo peor que se puede hacer es ignorarlo, esperando que los muchachos aprendan sobre esta droga con un amigo del barrio, camuflados en el montazal de un parque abandonado.