Son los primeros en llegar a la oficina y los últimos que se van, pero en la noche siguen laborando desde su casa para resolver “asuntos pendientes”, aunque su pareja los espere en la cama.
No importa si es domingo, aniversario de bodas o el cumpleaños de un hijo: para ellos, el trabajo siempre será la prioridad.
Se les llama adictos al trabajo o “trabajólicos” porque parecen necesitar dosis crecientes de estrés laboral y sufren cuando son “obligados” a descansar.
Sin embargo, desde una perspectiva médica no se trata de una adicción, sino de un trastorno obsesivo-compulsivo.
Este se caracteriza por pensamientos recurrentes (obsesiones) que producen gran preocupación, ante los cuales se asumen conductas repetitivas –como el trabajo compulsivo– que pretenden reducir esa ansiedad.
“Algunos utilizan el trabajo como escape para evadir problemas personales o familiares que no saben enfrentar. Entonces, el ámbito laboral se convierte en el centro de su vida y descuidan otras áreas, como su salud, sus amistades y sus relaciones de pareja, lo que genera un círculo vicioso donde van perdiendo el control”, describe la médica Yanuba Sánchez, especialista en adicciones del Instituto sobre Alcoholismo y Farmacodependencia (IAFA).
Según Sánchez, para estas personas es muy difícil reconocer que su forma de trabajar las perjudica, pues los jefes premian su “gran entrega” y la sociedad les aplaude cuando logran proyectar una imagen de éxito.
Tales gratificaciones los hacen creer que están actuando bien, por lo cual se molestan si sus parientes les reclaman por no dedicarles más tiempo.
La mayoría solo reacciona cuando los problemas derivados de esa conducta llegan a un extremo; por ejemplo, si se encuentran al borde de un divorcio, si el estrés altera su capacidad sexual o si sus hábitos ponen su vida en peligro. (
A sus espaldas, los mal llamados “trabajólicos” suelen ser objeto de burlas y críticas por parte de sus compañeros o subalternos, ya que su obsesión los lleva a asumir actitudes exageradas.
Viven pendientes del reloj, solo hablan de trabajo y son incapaces de decir “no” cuando les asignan nuevas tareas.
Las pocas veces que toman vacaciones buscan pretextos para encender la computadora o llamar a la oficina, pues los agobia sentir que están perdiendo el tiempo.
En broma, se dice que estas personas no solo “se ponen la camiseta de la empresa”, sino que dejan que se les encarne y no se la quitan “ni siquiera para dormir”. Más allá de los chistes, el problema es serio y los patronos pueden ser cómplices al propiciar o tolerar conductas laborales poco saludables.
Si bien los trastornos obsesivo-compulsivos se relacionan con condiciones neurológicas, el psicólogo organizacional Luis Garnier destaca tres factores que inciden en la tendencia a trabajar en exceso: el tipo de personalidad, el entorno social y la estructura laboral.
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Con respecto al primer factor, Garnier explica que el problema es más común en aquellos que tienen una personalidad conocida como “tipo A”.
“Son muy competitivos, perfeccionistas y exigentes, se molestan si algo no sale como lo esperaban y se preocupan demasiado por los tiempos, pero suelen ser poco efectivos en el manejo de prioridades. Como jefes, son autoritarios e incomprensivos; tanto, que pueden provocar la renuncia de buenos talentos que dejan la empresa para no lidiar más con ellos”, describe el psicólogo.
Estas conductas son reforzadas cuando la persona tiene conflictos en la esfera familiar y se refugia en el trabajo para evadirlos, pues siente, por ejemplo, que puede controlar mejor a sus subalternos que a sus propios hijos.
Sin embargo, aquel refugio se convierte en una trampa cuando el patrono se aprovecha de ese empleado tan dispuesto al sacrificio o lo asciende para que imponga su estilo en el equipo. Garnier considera que la mayor parte de los casos de trabajo excesivo se dan por problemas de la organización, no del empleado.
“Muchas organizaciones carecen de buenos sistemas de trabajo y promueven jefaturas que se enfocan en los resultados en el corto plazo, con lo que perpetúan modelos que afectan la calidad de vida de sus colaboradores”, asegura el psicólogo, consultor y profesor en la Universidad de Costa Rica.
En todos los oficios es posible encontrar “trabajadores compulsivos”, pero parecen ser más comunes en los niveles gerenciales y entre los llamados ejecutivos “de confianza”, a quienes se les exige una mayor disponibilidad.
La tecnología es su “soga al cuello” pues deben permanecer localizables aunque se encuentren fuera del país, en la playa, en la montaña o en el cine.
También son susceptibles a trabajar en exceso los llamados “profesionales liberales”, que se independizan para ser “sus propios jefes”, más aun si brindan sus servicios desde su casa, ya que la ausencia de una estructura formal puede hacer que les resulte difícil establecer límites entre su vida privada y el ámbito laboral.
Otros son vulnerables por la naturaleza de su profesión y de las instituciones donde la ejercen.
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Por ejemplo, el déficit de plazas nuevas para médicos en la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) propicia que algunos laboren hasta 33 horas continuas, entre jornadas diurnas y “guardias” nocturnas. Así lo explica el doctor Iván Guerrero, secretario de información de la Unión Médica Nacional.
“Generalmente, en los hospitales nacionales, se hace guardia cada cuatro días para atender emergencias, y muchas veces son jornadas extenuantes por el volumen de casos. No es obligatorio hacerla, pero moral y éticamente, los médicos nos sentimos comprometidos a estar allí porque, de lo contrario, no hay quien atienda a los pacientes”, afirma este médico del hospital de Liberia.
Asimismo, algunos ejercen la consulta privada y se comprometen a estar disponibles siempre que sus pacientes los requieran.
Según Guerrero, estas condiciones amenazan la salud de los médicos, cuya expectativa de vida en promedio es diez años menor que la del resto de los profesionales. Además, el número de divorcios es elevado y la tasa de suicidios es más alta en este gremio.
Por su parte, el terapeuta Gonzalo Esquivel, director de la Clínica Integral Nueva Vida, distingue otro grupo que presenta una marcada tendencia al trabajo compulsivo: aquellos que se encuentran en proceso de rehabilitación por alcoholismo u otras adicciones y elevan su actividad laboral para canalizar su ansiedad. También estos requieren ayuda para controlar ese problema. Es el caso de Yolanda, quien es paciente en esa clínica de adicciones y aceptó contar su testimonio, sin revelar su apellido.
“Mi papá me enseñó a tomar licor desde que yo era una niña. A los 14 años, comencé a andar en las calles, donde conocí la marihuana y el
Pocos buscan ayuda para tratar una supuesta adicción al trabajo, pero, así como ocurre con cualquier adicto, reconocer que se tiene un problema es el primer paso para controlarlo.
Por lo general, ese reconocimiento solo sucede cuando la persona percibe un serio deterioro en su salud física o emocional. La hipertensión, el sobrepeso, el insomnio, los trastornos digestivos y la disminución del deseo sexual son algunos de los padecimientos asociados a su estilo de vida.
Además del tratamiento individual, ya sea médico o psicológico, es preciso revisar el entorno laboral de esa persona y tratar de corregir los factores de riesgo. En algunos casos, se requiere capacitación para aprender a discernir entre las tareas que son urgentes, las que son importantes y las que pueden esperar.
A juicio de Garnier, todas las organizaciones deben implementar políticas y crear las condiciones para que los trabajadores puedan mantener un adecuado balance entre su vida personal y el ámbito laboral.
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Para aquellos profesionales que se han independizado, el psicólogo también ofrece consejos para que no se conviertan en esclavos del trabajo:
“Es importante hacerse un plan de trabajo semanal y cumplirlo, con un horario establecido, una rutina y una revisión de los resultados. También es esencial mantener una comunicación clara con la familia para que todos respeten el espacio de trabajo y sepan en qué momentos pueden interrumpir y cuándo no deben hacerlo, a menos que surja una emergencia”.
Según dice, todo trabajador debe reservar suficiente tiempo en su rutina para disfrutar con su familia y para descansar.