El creacionismo cristiano asegura que el primer asesinato lo cometió Caín y la víctima fue su hermano, Abel. La evolución, en cambio, no había podido determinar a su primera víctima de homicidio hasta ahora.
Un grupo de investigadores encontró restos humanos en una cueva ubicada al norte de España. Tras examinarlos, encontraron en ellos evidencia de un ataque letal ocurrido hace 430.000 años.
Un estudio publicado por la revista PLOS One reveló que la investigación se realizó sobre los hallazgos encontrados en el sitio conocido como Sima de los Huesos, donde han sido desenterrados los restos de al menos 28 personas. Uno de los cráneos descubiertos presentaba dos fracturas causadas, muy probablemente, por “múltiples golpes con la intención de matar”.
Además de ofrecer una clave de por qué los cuerpos estaban en la cueva, los científicos afirman que el estudio brinda evidencia de que la violencia era una parte intrínseca de la cultura de nuestros ancestros.
Los científicos sometieron al cráneo a análisis mediante técnicas de imágenes médicas modernas. Gracias a ellas, pudieron realizar una reconstrucción virtual que mostró que las dos fracturas claramente visibles en la zona frontal eran casi idénticas. Esto indica que “ambas fueron causadas por el mismo objeto”. Esta investigación forense supone no solo el posible descubrimiento del homicidio más antiguo de la humanidad; también aporta una pieza al rompecabezas sobre por qué esta gente acabó en la Sima de los Huesos, un lugar que ha sido motivo de intriga y estudio científico durante tres décadas.
Varios estudios apuntan a que la cueva era el lugar donde estos humanos tempranos depositaban, deliberadamente, “los miembros fallecidos de su grupo”, reportó la BBC. De ser esto cierto, la Sima de los Huesos no solo aportaría pruebas para el primer asesinato, sino también para el más temprano comportamiento funerario jamás registrado.
Una de las investigadoras, Debra Martin, de la Universidad de Nevada, asegura que las conclusiones del estudio son convincentes y que, por lo tanto, este Abel de la evolución, y los otros restos de la Sima de los Huesos, son la evidencia más temprana de que la violencia ha estado con nosotros desde siempre.