Jacob Ind tuvo la idea de matar a su madre y a su padrastro a la corta edad de 15 años. Se lo dijo a un amigo que llegó un día a su casa en Colorado, al oeste de Estados Unidos. Ind le comentó a su compañero de colegio que su madre “era una puta”.
Torey Adamcik y Brian Draper tenían 16 años cuando se inspiraron en Scream , la película de terror de Wes Craven, para apuñalar y matar a una compañera de secundaria.
Ahora, estos tres jóvenes cumplen cadena perpetua sin libertad condicional en prisiones de Estados Unidos.
El cineasta Joshua Rofe quiso contar sus historias, y la de otros delincuentes juveniles estadounidenses, en su producción Lost for Life, estrenada en el reciente festival de documentales del American Film Institute, el AFI Docs 2013.
La producción explica cómo, en junio del 2012, la Corte Suprema de Justicia de Estados Unidos otorgó a los jueces la potestad de imponer la pena de cadena perpetua, la más dura posible, a menores de 18 años.
Según datos de la Unión Americana de Libertades Civiles, unos 2.570 adolescentes cumplen sentencias de este tipo en el país.
Un informe del año pasado de la ONG Sentencing Project señaló que “Estados Unidos es el único país en el mundo en imponer condenas de cadena perpetua sin libertad condicional a los menores”.
De acuerdo con tal investigación, la mayoría de los menores condenados a este castigo habían sido testigos de violencia en sus hogares y fueron expulsados del colegio en algún momento.
Lost for Life lleva a los espectadores a algunas de las cárceles más peligrosas de esa nación para escuchar a Ind, Adamcik y Draper. Cada uno de ellos relata ante la cámara el detalle de los crímenes que cometieron.
“Yo quería que la gente tuviera la experiencia que yo tuve cuando escuché, por primera vez, sobre los menores que cumplen cadena perpetua sin libertad condicional”, declaró Rofe en una entrevista a la agencia AFP.
El cineasta opina que algunos de los presos que conoció mostraron signos genuinos de arrepentimiento.
Otros, en cambio, se negaron a reconocer su responsabilidad por haberle quitado la vida a alguien.
“Algunas personas cambian. Otras no. Sin embargo, algunos de los que se han arrepentido nunca van a poder caminar entre nosotros”, añadió el director.
De los menores condenados a cadena perpetua que halló Rofe, el que lleva más años purgando su pena está preso desde 1953. La causa: un asesinato que cometió cuando tenía 15.
“¿Qué daño podría hacer un hombre octogenario si llegara a vivir los últimos años de su vida en la casa de su abogado?”, se preguntó el productor.
Interrogado sobre el proceso de rodaje, Rofe contó que filmó partes de Lost for Life con un iPhone y que entrevistó a defensores y familiares antes de meterse a las prisiones de máxima seguridad para hablar con los condenados.
“No entraba a las cárceles como un frío entrevistador. Entraba a conectar con un ser humano; a tener una conversación con él. Les hablaba de mí mismo con la naturalidad con la que ellos me hablaban de sus historias”.