Nunca antes una Olimpiada Mundial de Robótica había salido de Asia. Tampoco había sido organizada por una mujer.
Este año, todo cambió. El 10, 11 y 12 de diciembre, el Centro Kölbi de Parque Viva se llenó de niños y jóvenes de todo el mundo.
Las reglas del juego cambiaron: Latinoamérica se hizo sentir. Costa Rica dejó claro que acá, al otro lado del mundo, también se practica, se diseña y se ama la robótica.
La WRO atrajo a unos 3.000 participantes de 66 países con el mismo objetivo: utilizar los robots para resolver problemas relacionados a la sostenibilidad, a la carbono neutralidad y las energías limpias.
“Es impresionante que uno escucha los lugares comunes de compartir, desde los de seis hasta los de 25 hablando de lo mismo”, le dijo la organizadora Alejandra Sánchez a la Revista Dominical semanas antes del evento. Sánchez es directora de Aprender Haciendo (representantes de Lego Education en nuestro país), fundación que con la colaboración del Centro Nacional de Alta Tecnología y otras instituciones hicieron realidad el encuentro mundial.
“Todos hablan de que tienen que ir a calibrar el robot, que el sensor les falló, que la luz. Todos están en el mismo lenguaje”, agregó. “Ahí es donde uno dice: estos chicos chiquititos son monstruos. Están volando. Y se hablan de tú a tú con los universitarios. Eso es lo más valioso de este evento. Motiva a la gente a entrar en este mundo”.
El lente de nuestra fotoperiodista Mayela López fue tras esas historias, tras esos rostros de niños y jóvenes que llegaron desde decenas de distintos países sedientos de aprender y de competir.
Así se vivió un evento sin precedentes que marcó historia en nuestro país.
Periodista en Revista Dominical. Bachiller en Ciencias de la Comunicación Colectiva con énfasis en Periodismo de la Universidad de Costa Rica y estudiante de Comunicación Audiovisual y Multimedial.
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