Las decenas de montañistas que le deben la vida a Alex Lowe, quien irónicamente no pudo salvarse a sí mismo 16 años atrás, cuando murió sepultado por una avalancha, respiraron aliviados el fin de semana anterior cuando trascendió que los cuerpos de Lowe y David Bridges, el camarógrafo que lo acompañaba, aparecieron congelados, básicamente encriptados en las entrañas del monte Shishapangma (Himalaya).
Lowe era un escalador monumental en la década de los 90 pero, más allá de la leyenda de sus destrezas en la montaña, estaba su arrollador espíritu de servicio, el que lo llevó a salvar, por años, a una cantidad no determinada de montañistas en apuros.
“Sus cuerpos fueron hallados cubiertos de hielo, es como si se hubieran congelado en el tiempo”, escribió la esposa de Lowe, Jennifer Lowe-Anker, al informar el hallazgo, que fue replicado por la prensa mundial.
De acuerdo con la BBC, Lowe y Bridge desaparecieron el 5 octubre de 1999 mientras intentaban el ascenso al Shishapangma, el decimocuarto pico más alto del planeta.
Ese día, un deslave de nieve los sorprendió a ambos y al equipo de montañistas que los acompañaba. Aunque la mayoría logró escapar del deslizamiento, Lowe y Bridge no lo lograron.
Los esfuerzos por localizar sus cuerpos demoraron años, pero fueron infructuosos... hasta el 29 de abril.
“Esto es un alivio para mí y para la familia de Lowe y de Bridge que no habían podido enterrar a sus seres queridos”, explicó a la revista Outside Conrad Anker, quien estaba con Lowe en el momento de la avalancha.
Años después, Anker se casaría con la viuda de Lowe y asumiría como suyos a los tres hijos del héroe.
Algunas de las razones que justificaban su fama eran sus 10 trepadas por unas de las verticales más peligrosas, pero a la vez apetecida por los escaladores en el mundo: El Capitán, en el parque Yosemite de EE.UU.
Pero también sentía una atracción especial por los montes Himalaya: había llegado a la cima del Everest en dos oportunidades y había hecho cumbre en otros picos de los llamados “los ocho mil”, porque están por encima de los 8.000 metros sobre el nivel del mar.
Pero el Shishapangma, con una altura de 8.027 metros, tenía para él un sentido especial: decía que era el más bello paisaje sobre el Tíbet y que era el más interesante de escalar.
La llamada que recibieron sus familiares la semana pasada, de Nepal, no deja lugar a dudas, eran ellos: “Acabamos de encontrar dos cuerpos, están bastante juntos. Llevan mochilas North Face azul y roja y botas amarillas marca Koflach. Toda la equipación es de aquella época”, explicaban al otro lado del teléfono los también escaladores Ueli Steck y David Goettler. “Los hallamos”.