¿Cómo puede la más vieja ciudad viva de Costa Rica no tener un patrimonio que nos hable, por ejemplo, de su pasado colonial?
El historiador Franco Fernández ha registrado una seguidilla de decenas de desastres naturales que incluyen inundaciones, temblores, terremotos y erupciones volcánicas desde 1678. Con estos antecedentes, es más fácil responder a la pregunta de por qué las edificaciones más viejas que sobreviven en Cartago son la Casa Pirie y las ruinas de la inacabada parroquia de Santiago Apóstol. Cualquier otra cosa más antigua que esas dos construcciones –que datan de las últimas décadas del siglo XIX– está por el suelo, en sentido literal.
Devastación
El 2 de setiembre de 1841, Cartago fue el epicentro de un terremoto devastador. Según Fernández, aquel sismo borró la verdadera arquitectura colonial de la ciudad. Tras la destrucción, el jefe de Estado, Braulio Carrillo, impuso un nuevo código de construcción: los edificios debían hacerse con una técnica especial de adobes (a base de tierra) o con mampostería de calicanto.
Esta decisión buscaba otorgarle firmeza a la ciudad reconstruida, pero operó en un sentido inverso 60 años después. Cartago fue víctima de un gran terremoto el 13 de abril de 1910. En los días posteriores, los cartagineses sintieron un enjambre de temblores –decenas a diario– que los mantuvieron con los nervios de punta, hasta que llegó un segundo y mortífero terremoto el 4 de mayo. Aquel sismo barrió con la ciudad, especialmente con los edificios que supuestamente eran antisísmicos, los de calicanto de Carrillo.
“Lo que se necesitaban eran edificaciones que tuvieran una mayor flexibilidad, y aquellas eran demasiado rígidas”, explica Fernández.
Se contabilizaron unos 700 muertos, aunque el historiador calcula que los números reales fueron mucho mayores, pues hubo un gran subregistro. Aquella era una ciudad cuya población rondaba los 13.000 habitantes, lo que hace más dramática la proporción de la tragedia.
Algunas de las grandes obras que se perdieron incluyen la iglesia de El Carmen, la de los monjes capuchinos y la de San Nicolás de Tolentino. Asimismo, se perdió el famoso chalet de la familia Troyo y el palacio de la Corte Centroamericana.
La construcción de la parroquia de Santiago Apóstol por fin estaba en sus etapas finales para el momento de los sismos de 1910. Fernández dice que aquella se habría convertido en la iglesia de piedra más grande de Centroamérica. Sin embargo, aquella obra quedaría eternamente inconclusa.
Los edificios que no sucumbieron por los temblores fueron dinamitados, pues muchas construcciones sobrevivientes quedaron inutilizables. El edificio Pirie se pudo reparar, y aunque las autoridades municipales quisieron derribar las ruinas de la parroquia de Santiago Apóstol, el obispo de la época nunca respondió la solicitud.
Por lo demás, los escombros de calicanto de la ciudad arrasada, fueron usados como macadán (pavimento de tierra machacada) para macizar los caminos de Cartago. Esa es la historia de por qué los cartagineses tienen, muy literalmente, a su vieja ciudad a los pies.