En junio de 2015 los corazones de enamorados empedernidos se estremecieron cuando se anunció que los candados que colgaban de la baranda del Puente de las Artes en París iban a ser removidos.
Este puente se encuentra sobre el río Sena, y es de uso peatonal. No existe una fecha exacta de cuando la tradición comenzó, pero desde sus inicios fue bien recibida en la ciudad parisina.
La práctica consiste en dejar un candado cerrado con las iniciales de los seres amados, una fecha, un recuerdo, una marca. Luego, la llave debe ir a parar en el fondo del mar, de un río, o en algún basurero cercano. Da igual. Lo que importa es el gesto de encerrar para siempre un momento.
Así aquella muestra de amor perduraría.
Con los años, la baranda se transformó en un medio importante de expresión para quien fuera, turistas o vecinos de años. En candados de todo tipo quedaron caladas historias de vida, secretos, miedos, o añoranzas.
De todas partes del mundo, las personas también aprovechaban para registrar su visita en la "ciudad del amor".
Pero con el tiempo, los momentos comenzaron a pesar, y el gobierno de París tomó la decisión de remover las barandas y llevarse consigo los candados. Explicaron que era peligroso que en cualquier momento, la baranda cayera hacia el río.
El asistente del alcalde de París, y responsable de la cultura, Bruno Julliard, comentó en aquel entonces que lamentaba tener que deshacerse de los objetos.
Mientras grúas y trabajadores removían las sagradas muestras de amor, Julliard se mostró sensible y empático con aquellos que comprendían el significado de los objetos de metal. Durante el fúnebre acto en junio, Bruno prometió que aún sin ellos, París se mantendría como la capital del romance.
Para lograr un poco esa promesa, las barandas fueron remplazadas por paneles de plástico plexiglass para así no perder la vista del lago. Pero no todos son fanáticos de esta costumbre.
Al parecer, la tradición inquieta a personas que se preocupan por la arquitectura de su ciudad, y no tanto por el significado trascendental de los candados.
Tanto así, que en 2014 dos amigas, Lisa Anselmo y Lisa Taylor Huff, crearon un sitio web para compartir sus dudas sobre los objetos de metal, que a su juicia, ensucian el panorama de una ciudad.
Llamaron nolovelocks.com a su página y en ella tratan de prohibirdicha práctica, así como de prevenirla en otras partes del mundo.
De vuelta a los candados, desde que fueron removidos en 2015 su paradero quedó en el misterio hasta hace unos días, cuando se anunció que serán subastados en beneficio de asociaciones que ayudan a refugiados.
Son 15 rejas con centenares de candados que pesan hasta 500 kilos, y otros 150 conjuntos de estos símbolos. Según Julliard, esto será una forma de “respetar el gesto de todos los que vinieron a celebrar su amor en una ciudad tan abierta y generosa”.
Por ahora los candados estarán en exhibición hasta el 13 de este mes, cuando cada uno tenga a un nuevo dueño, que con su compra de alguna manera prolongará aquel gesto de amor que un montón de extraños dejaron colgando en el puente, en medio de París.