Richmond, Virginia. Una cárcel de Estados Unidos pondrá fin a la historia de Minor Vargas, luego de que ayer fuera sentenciado a 60 años de prisión por un juzgado del condado de Richmond, Virginia.
Por su edad (61 años), el castigo equivale a una pena de muerte para el empresario, encontrado culpable –en abril anterior– de siete delitos de fraude y tres de lavado de dinero.
En una audiencia que duró poco más de tres horas, el juez John Gibney Jr. puso fin a un largo proceso que inició en enero del año anterior , cuando Vargas fue detenido en Nueva York mientras se dirigía a Inglaterra.
Desde entonces, el tico permanecía en prisión defendiendo su inocencia, una posición que mantuvo hasta el último momento.
Vargas siempre negó que tuviera la intención deliberada de cometer un crimen, pero ayer por primera vez reconoció que fue un error el haber intentado rescatar a Provident Capital Indemnity (su empresa reaseguradora) de la quiebra en la que se sumía.
“Aprendí mi lección. Sé que no debí tratar de rescatar a esa empresa, pero no creo que deba pasar el resto de mi vida en la cárcel.
“No estoy preparado para eso; no merezco más tiempo. 644 días han sido suficientes para mí. Soy una persona rehabilitada, una buena persona, un buen ciudadano”, dijo ayer el costarricense.
Gibney, sin embargo, opinó muy diferente al empresario.
Ejemplo. El juez aseguró, pese a la súplica de la defensa, que Minor Vargas tenía que servir de ejemplo para otros que, como él, quieran seguir “el camino del fraude”.
“Tal vez algunos no aprendan de su ejemplo, pero otros lo harán. Estoy convencido de que usted no tiene respeto por las víctimas ni consciencia de su delito”, le dijo.
Gibney añadió que por un momento pensó en una pena menos severa para ahorrarle al pueblo norteamericano gastar más dinero en una persona que ya les robó mucho, pero que eso al final no hubiera sido lo correcto.
“Vargas cometió un crimen grotesco contra gente inocente porque permitió que otros les hicieran daño. Si yo lo dejaba libre, nadie puede asegurarme que no lo volverá a hacer”, explicó.
El juez también se detuvo en un último argumento de la defensa, que quiso achacarle a las víctimas algo de responsabilidad por ser tan ingenuos a la hora de invertir. “Es cierto, no son los mejores inversionistas, pero tal vez este fallo les ayude a ver que si algo es demasiado bueno para ser cierto, seguramente no lo es”.