Santos, Brasil. El viaje de regreso a São Paulo desde Fortaleza fue muy diferente a la ida.
El avión, en lugar de llevar ansiedad y nervios, volvió repleto de alegría y satisfacción.
¿Cómo se sabe? Porque el plantel, prensa e invitados hicieron este tramo del Mundial juntos, por economía y logística. Como dicen, entre ticos uno se entiende.
Todos, durante las tres horas que duró el recorrido, disfrutaron de un ambiente lleno de momentos imposibles cuando los planes salen como salieron ante Uruguay.
Fue interesante ser testigo de cómo los colegas de Canal 7 le mostraron a los jugadores mensajes del Día del Padre, en los últimos asientos. Fue gracioso porque la mayoría tiene hijos; también emotivo, porque algunos hasta lloraron.
También fue sumamente curioso ver como los mismos protagonistas se emocionaron con ver sus jugadas ante Uruguay.
El delantero Marcos Ureña dijo que todavía no había podido ver su gol. Su primera reacción fue “¡qué pase de..!” en referencia a la asistencia de Joel Campbell.
Mientras tanto, Giancarlo González se lamentó con las manos en la cabeza de una a la que no le llegó en el área pequeña charrúa. “Casi le llego”, expresó.
Ambos eran como niños felices, no adultos mundialistas.
Hasta Paulo Wanchope, veterano de mil batallas dentro y fuera de la cancha, caminaba por los pasillos mostrando entre carcajadas un festejo entre el doctor Alejandro Ramírez y Roy Miller.
Al final, todo acabó con la “cábala”: la música a todo volumen de Campbell. Nada más que en esta ocasión abandonó su predilecto R&B para poner salsa. La vibra de cuando las cosas salen bien.