Con tres bancos de plástico de ¢2.000 cada uno, y sin una gota de vértigo, Kattia Porras se las ingenió para que sus pequeños Marianna y Emmanuel tuvieran la mejor vista posible con tal de ver a los que este 2014 escribieron una nueva página histórica en el balompié costarricense.
Ella de pie, pues claro, es madre, y ellos sentados, estuvieron en el puente peatonal ubicado en las cercanías del Gimnasio Nacional, que ayer fue un palco VIP repleto de camisas rojas, copos, sombreros, banderas, sombrillas y una enorme alegría que condimentó la larguísima espera por ese grupo de muchachos que puso a Costa Rica en la boca de todo el mundo.
“Estoy acá porque la Selección nos enseñó que cuando se quiere algo se puede conseguir sin importar las adversidades, traje a mis hijos porque lo que se hizo en el Mundial es una enseñanza para nuestros hijos y para todos”, expresó Porras, feliz, pero con un intenso calor.
En aquel VIP improvisado la mamá de Marianna y Emmanuel estuvo con Ileana, hermana, y los hijos de esta: Paola y José Ignacio.
Para poder llegar a tiempo desde El Carmen de Guadalupe, donde abordó un autobús junto a los suyos, Porras sacó vacaciones en el área de Gestión de Cobros al Trabajador de la Caja, donde labora.
Lo único que lamentó ayer Porras fue que su marido, quien es chofer repartidor, no pudo ir.
“Es lindo sentir el nacionalismo que hoy tiene el país por lo que pasó en el Mundial, es de admirar lo que hicieron los jugadores, hace mucho tiempo que no se tenía este sentimiento”, añadió la madre, feliz por tener a los suyos allá arriba, en el palco VIP sin vértigo.