Porto Seguro, Brasil. AFP Los fracasos del Mundial 1998 y de la Eurocopa 2000 llevaron al fútbol alemán a iniciar una transformación, a base de voluntad política y de una renovación táctica, que llevó a la Mannschaft a la lucha por el podio de todos los torneos desde 2006.
Alemania se enfrentará a Argentina el domingo en la flamante final del Maracaná tras haber vapuleado a Brasil por 7-1 en semifinales. Sea cual sea el resultado del partido, el Mundial 2014 habrá evidenciado de nuevo la regularidad única al más alto nivel del grupo de Joachim Löw.
Tras perder 3-0 contra Croacia en cuartos de final del Mundial de 1998, la Federación Alemana (DFB), después de haber observado los sistemas instaurados por Francia y Holanda, apoyó económicamente ligas de distritos para “intensificar la formación” de los jóvenes de 11 a 17 años.
Este nuevo planteamiento está recogido en un documento denominado “Programa de formación de talentos”.
Pero dos años después, la eliminación en la primera ronda de la Eurocopa 2000 (un empate y dos derrotas) tuvo un efecto acelerador. La formación está desde entonces orientada al alto nivel, con la creación de escuelas de fútbol en todo el país y la subvención de centros de formación dependientes de los clubes profesionales.
A partir de 2002, el “Programa de formación de talentos” reduce sus efectivos de 22.000 a 14.000 jóvenes con el objetivo de mejorar su preparación.
De esta estructura provienen numerosos jugadores de la selección actual; Manuel Neuer, Per Mertesacker, Toni Kroos, Jerome Boateng, Mesut Özil, Thomas Müller o André Schürrle.
Además, se pone en marcha un proyecto táctico para las categorías inferiores de la selección nacional con el objetivo de alcanzar uniformidad y continuidad en los conceptos básicos.
En el plan de la DFB los entrenadores federados son invitados a descubrir los talentos. Además, se trata de ser capaces de retener a las promesas ante los intentos de algunos países de repatriar a los hijos de sus emigrados, como ha ocurrido en varias ocasiones con la federación turca.
Descubierto por un entrenador de las categorías inferiores del Schalke, Özil es un buen ejemplo de un jugador criado y mimado en la federación germana.
A la pesadilla de la Eurocopa 2000 le siguió la gran actuación en el Mundial 2002 (derrota en la final ante Brasil). Pero el torneo continental de 2004 reservaba una nueva decepción para la Mannschaft , con otra eliminación en primera ronda que obliga al seleccionador Rudi Völler a dimitir.
Le sustituyó en el cargo otro delantero de leyenda, también campeón mundial en 1990, Jürgen Klinsmann, que no tenía experiencia como técnico de élite.
A partir de entonces la revolución en la federación está acompañada de la de Klinsi, que actualiza el esquema germano para ofrecer una perspectiva más ofensiva, con instrumentos y métodos científicos importados de Estados Unidos, donde finalizó su carrera y se estableció tras retirarse.
Klinsmann tenía como adjunto a un técnico de segunda fila con el que compartía su gusto futbolístico, Löw, y el dúo comenzó a promocionar a los nuevos talentos, como Bastian Schweinsteiger, Philipp Lahm o Lukas Podolski.
El cuento de hadas fue el Mundial 2006 que organizó la propia Alemania. El equipo finalizó tercero pero la dinámica del equipo enamoró al país.
Tras la Copa del Mundo, Löw pasó a ocupar el puesto de seleccionador, prolongando la alegría en la Eurocopa 2008 (final) y el Mundial 2010 (tercero), a pesar de que España les alejó del título en ambas oportunidades.
Tras la Eurocopa 2012 en la que de nuevo alcanzó las semifinales, parece que el momento de madurez de la “generación Löw” llegó en Brasil. Sería la primera vez que Alemania gana un trofeo desde la Eurocopa 1996, demasiado tiempo para la poderosa Mannschaft .