Cuentan periodistas que Jorge Luis Pinto una vez en Colombia llevó a un jugador a un brujo para sacarlo de una mala racha.
Que se rasuró su simbólico bigote para olvidarse de todo lo que le recordara su frustrante paso por el banquillo de su selección.
Que al mando de Alajuelense una vez fue en la madrugada a la casa de un jugador para confirmar que no anduviese de fiesta.
Bien todo pueden ser leyendas urbanas o historias magnificadas en el paso del boca a boca, pero cuando el río suena...
Por esas cosas algunos lo verán como un extremista y quizás no estén equivocados. No obstante, ahora que está al mando de la Tricolor, es mejor percibirlo como un obsesionado del éxito. Uno que defiende la causa en cuestión a muerte y que está dispuesto a todo lo que esté a su alcance por conseguir sus objetivos. Es mucho mejor creer eso: así será más fácil para todos.
Tomemos en consideración que aquí logró todas esas metas, tanto las individuales, como las colectivas, y se convirtio en una de las figuras de la eliminatoria. Mucho más que algunos jugadores.
Desde que regresó al país en setiembre del 2011 se peleó de nuevo con mucha gente: periodistas, jugadores, aficionados, más periodistas, más jugadores y más aficionados. Fue traicionado en ocasiones por su fuerte carácter, en teoría heredado de su tierra, Santander.
Tres ejemplos respectivos son el mexicano al que le despotricó que allá hay algunos que “son payasos”, Esteban Alvarado con el que todavía no hizo las paces y al radioescucha a quien en ADN Radio le dijo ignorante en un programa en vivo por llamarlo defensivo.
Características. El factor común de esto es, aparte de ser de mecha corta, es la terquedad de su modus operandi, el cual a sus ojos siempre es el correcto. Y no solo es con lo que pasa en la cancha. Seguramente, lava su ropa con cloro y por error compra jabón, explota.
¿Ahora quién le puede discutir sus métodos? La Tricolor está en el Mundial, jugando bien y demostrando que regresó un amor a la camiseta que se había perdido.
Sin duda, ya este equipo es la mejor selección tica de los últimos diez años, luego de que se extinguiera la llama de la generación del 2002. Mucho es gracias a esa disciplina en su forma de ser.
Podrá no gustarle a algunos, pero la puerta de los cuestionamientos está cerrada. Quien quiera hacer uno deberá meterlo por el pequeño claro que se ve en el llavín.
Es que lo dijo en una entrevista a La Nación hace poco, tan solo unos días después de asegurar el boleto: es necio porque está convencido del camino que lleva al triunfo.
Su currículo no es producto de la suerte. Los campeonatos de liga que tiene en cuatro países diferentes se basan en el trabajo intenso, el cual a la vez es apoyado en las teorías tácticas que aprendió en sus estudios en Alemania en los 70 y en la forma de adaptación de las mismas que recogió en Brasil en los 80.
Pinto experimentó alguna vez y probó que lo que le era efectivo. Nunca más cambió. Pero mientras, la Sele siga en crecimiento, a nadie le debería importar.