La selección de Estados Unidos vivió anoche una nueva pesadilla en suelo costarricense, como ha sido habitual en premundiales, que le cambia el panorama en un momento crucial.
Y es que con el 3-1 en contra, los norteamericanos bajaron al segundo lugar de la tabla, con la presión de recibir a México el próximo martes y de tener a un motivado Honduras respirando en la nuca, luego del triunfo de ayer.
Más allá de desconocer esta realidad, Jürgen Klismann asumió el momento con tranquilidad y evitó las alarmas.
“Esto no nos debe cambiar. Costa Rica jugó bien durante todo el torneo y hoy (anoche) no fue la excepción. Sabíamos que iba a ser difícil, pero esto sigue hasta el final”, dijo el alemán en la conferencia.
Con sobrada educación, Klinsmann reconoció sin sobresaltos que la Tricolor fue superior, aunque su equipo tuvo algunos minutos de dominio.
“Al final del primer tiempo pudimos empatar. También tuvimos 20 buenos minutos en el complemento. Ya con el tercer gol nos caímos por completo”, reflexionó.
El director técnico no ahondó en justificaciones, no obstante, manifestó que la lesión Michael Bradley le obligó a cambiar su planteamiento a pocos minutos de que diera inicio el compromiso.
Sobre Bradley, indicó que cuando arriben de nuevo a Estados Unidos le practicarán los exámenes respectivos para ver si puede estar ante los aztecas.
No obstante, la baja que más le duele es la de Jozy Altidore, quien se perderá el duelo por acumulación de tarjetas amariilas.
Y es que según Klinsmann, dicha amonestación no estuvo correcta por parte del árbitro.
Por último, el teutón sostuvo que la afición tica tuvo un papel importante en el resultado.