Belo Horizonte. AFP Se podrá decir que Alejandro Sabella no hizo más que ejecutar los cambios que la “Patria futbolera” argentina le pedía en el equipo, pero lo cierto es que con un Lionel Messi opacado, fue el técnico quien ganó el partido con Bélgica desde lo táctico.
El éxito no llega gratis ni barato. Lo revela el rostro de José Basanta, Enzo Pérez, Lucas Biglia... ¿Quién iba a decir unas semanas atrás que Argentina pasaría a las semifinales de un Mundial por primera vez en 24 años con esos jugadores?
Ante la sorpresa de muchos que lo veían apegado a su once titular de base, Sabella no desestimó las señales de que ciertas cosas no funcionaban y pateó el tablero en un momento clave para Argentina.
Si el ingreso de Basanta por el suspendido Marcos Rojo (otro acierto del técnico) era previsible, los de Demichelis y Biglia por Federico Fernández y Fernando Gago fueron golpes tácticos que cambiaron la fisonomía albiceleste.
Fernández y Gago, uno por mostrarse inseguro en defensa y el otro por lentitud y falta de despliegue en el mediocampo, eran dos de los jugadores más criticados desde el inicio del Mundial.
Con Demichelis, Sabella optó por la experiencia para acompañar a un ya muy sólido Ezequiel Garay.
Con Biglia se la jugó por un mediocampista que pudiese darle una mano en la contención y el quite al gladiador Javier Mascherano.
Pero Sabella no solo acertó con los cambios que hizo, sino también con los que no efectuó, como quedó demostrado con su decisión de dejar en el once a Gonzalo Higuaín, de muy flojo Mundial hasta el sábado y que explotó con un partidazo con gol incluido que le dio la victoria.
“El equipo fue muy equilibrado. Fue un equipo que tuvo las líneas cerca, a veces un poco más adelante, a veces un poco más atrás”, explicó el técnico, que tendrá ahora una nueva batalla táctica con el holandés Louis Van Gaal, reconocido por ser un maestro en ese terreno.
En el camino quedó el temperamental técnico belga Marc Wilmots, que se fue muy molesto del estadio Mané Garrincha de Brasilia y calificó a Argentina de “equipo ordinario que no dio ningún espacio” a los belgas.
Para los hinchas albicelestes, la visión es diametralmente opuesta y lo que a muchos se les vino de inmediato a la mente fue la selección de México 1986 dirigida por el argentino Carlos Bilardo.
Aquel equipo que hizo historia y que todo el mundo recuerda por las hazañas de Diego Maradona distaba de jugar bien y aburría, pero era letal y sabía ganar los partidos difíciles con orden, garra y estirpe.