De su lesión de meniscos no queda nada, y si queda, un doblete ante Inglaterra se encargó de disimularlo demasiado bien.
Luis Suárez entró en Brasil por la puerta grande, inspirado por la necesidad de un Uruguay obligado a la victoria y por esa pesada deuda personal de no haber llegado a tiempo para intentar evitar el oscuro estreno que Costa Rica le tenía preparado a los charrúas.
Era una carga pesada para un hombre que hace menos de un mes pasó por el quirófano, una visita que amenazó con dejarlo fuera de la cita y que lo condenó a no estar contra la Tricolor (por fortuna).
Esa suerte no la tuvo la selección de Roy Hodgson, víctima de la revancha del goleador de la Premier, ese que en solo cinco minutos ya había saludado la portería de Joe Hart con un venenoso tiro de esquina que el arquero del Manchester City apenas si repelió.
Ahí quedó claro que no había nada malo con el pistolero de Liverpool, fue apenas el aviso de que no iba a dejar que su Uruguay se fuera a casa antes de tiempo.
Con él en la cancha los charrúas lograron por fin hacer alarde de la dupla Cavani-Suárez, el secreto detrás de la campeona de América y la receta para el triunfo ayer: del primero salieron los dos balones que el segundo envió a las redes.
El primer tanto fue un cierre justo en el área, un cabezazo certero que Suárez celebró con revancha y que le permitió a los suramericanos irse al complemento con la ventaja en el pizarrón.
El segundo fue la locura... Un saque de Fernando Muslera que Cavani desvió con la testa y que dejó a Suárez de cara al marco, ahí donde ‘Luisito’ sencillamente no sabe fallar... Fue el 2-1 definitivo, el estallido en júbilo del equipo que más lo buscó y la celebración que casi acabó en lágrimas para la última estrella que debutó en Brasil.
También fue el mate para “su” Inglaterra, demasiado golpeada ahora por el peso de dos derrotas y aferrada a un panorama tan calculador como improbable, cuentas irrelevantes para un delantero que ahora mismo solo tiene a Italia en la mira de sus enormes aspiraciones.
Así fue como Uruguay despejó dudas y volvió a meterse en la senda de la ilusión, aferrada a la estrella que el Liverpool sueña con retener, el goleador que Brasil quería en sus canchas y el inspirado delantero que, hoy más que nunca, alimenta el corazón celeste.