Ayer fue la primera final de la Copa del Mundo, con dos campeones que se jugaban todo: Italia y Uruguay, frente a frente por décima vez en la historia.
Los charrúas llegaban con tres victorias contra dos de los azzurri (cuatro empates) la ficha mundialista favorecía a estos últimos: dos partidos jugados, empate a cero en Brasil 1970 y victoria italiana 2-0 en los octavos del 90, en casa.
¿El dato caliente? Óscar Tabárez dirigía aquella Celeste ... Casi un cuarto de siglo después la vida le daba la oportunidad de pasar la factura. ¡No la dejó pasar!
A Uruguay solo le servía la victoria. Italia, por su lado, se hizo a la idea del “peor es nada”, renunció implícitamente al primer puesto y apostó por el segundo.
Jugó sin prestar atención al Costa Rica-Inglaterra, administró el reloj y a especular más de la cuenta con el empate, quizás rezando por una genialidad de Balotelli o un buen tiro libre de Pirlo.
El encuentro fue todo lo cerrado que se podía esperar; pero el candado mutuo dejaba a los suramericanos por fuera: Uruguay, obligado a proponer, no encontraba su mejor fútbol, y tanto Cavani como Suárez, la dupla más peligrosa del Mundial, hacía agua mientras Italia mostraba un mejor control del juego. Así se esfumó la inicial.
Luego, Italia fue más inteligente y supo aguantar y jugar con la angustia charrúa. Casi sobre el 60’ el Cebolla Rodríguez se encontró con la más clara del juego..., y la dejó ir. Entonces, la jugada clave: plancha de Marchisio sobre Arévalo Ríos y un réferi intratable, Marco Rodríguez, no dudó en mostrar una roja que sí, para muchos fue severa.
Italia cerró las filas y a Uruguay le quedaban 15 minutos y Suárez todo lo que hizo fue jalarse la torta del Mundial y terminar de arruinar su reputación con un mordisco insólito que se le escapó al árbitro.
Un minuto después de la polémica acción, en un tiro de esquina, Godín se elevó por los aires y, mitad cabeza, mitad hombro, puso a soñar a todo su país.
Buffon, que acababa de patentar una de las paradas del Mundial frente a Suárez, quedó derrotado. Se fue a buscar la gloria, en los cinco minutos de descuento que daría el árbitro; sin embargo, esa tarde la gloria no estaba para Italia, esa tarde la gloria se vestía de drama, coraje y pasión. Esa tarde la gloria se vestía de Celeste .