Después de cada partido, Leonel Moreira se sienta frente al televisor de su casa y mira la repetición. Se acuesta tarde, a las 2 a. m., tras analizar con detalle cada jugada. Graba en su mente sus movimientos, las salidas, los goles que recibió y detuvo.
“Se autocritica”, dice su esposa, Yurlieth Granados. Ella es la testigo más cercana del sacrificio del cancerbero por crecer, más aun cuando la adversidad tocó a su puerta con tanta frecuencia en los últimos años.
Fue el tercer portero de la Sele con más convocatorias en el último proceso, pero a última hora se quedó sin Mundial, a expensas de su compañero de equipo, Daniel Cambronero.
Cambronero recuerda el mensaje de texto de su compañero cuando Jorge Luis Pinto entregó la lista: “Felicidades”.
Después, la final del Invierno 2014, cuando jugó sin ritmo de competencia en el Saprissa.
Había sido suplente todo el certamen y Jafet Soto decidió ponerlo en la Cueva: dos errores, dos goles, críticas sin parar.
Golpe tras golpe, como si fuese el sparring de Floyd Mayweather, aprendió a soportar los embates y a madurar. Antes de que Esteban Alvarado sufriera la lesión que lo dejó fuera de la Copa América, un sector de la afición cuestionaba si Moreira debía estar en la Sele.
Él también se lo preguntaba, pero no lo decía públicamente. Jugó todos los partidos de la temporada con Herediano, fue fundamental en la obtención del título, al repeler 91 remates y ser el arquero menos vencido del torneo.
A inicios de año, se propuso mejorar en dos aspectos para, al fin, recibir una nueva oportunidad en la Tricolor absoluta: el juego con los pies y en las alturas.
El entrenador de porteros, Miguel Segura, le decía que no trascendería hasta que dejara de soltar los balones en las jugadas por arriba. Debía capturarlas todas.
Al ser un portero relativamente bajo (1,79 m), debía trabajar extra para resultar infalible.
Segura cree que algunos técnicos le dan excesivo valor a la estatura cuando no es el único factor que influye en el juego aéreo.
“Hay entrenadores a los que nos les gusta el tamaño de él. Pienso que si Leo hubiera tenido unos centímetros más, estaría jugando en Europa”, aseguró.
Motivación. El discurso de los futbolistas de la Sele en la semana de prácticas tuvo una frase en común: “Esta Copa América es un minimundial. La recitaron Bryan Ruiz y Francisco Calvo.
Leo Moreira aún no asiste a una Copa del Mundo Mayor, pero al menos tendrá su segundo minimundial en el palmarés.
Los que lo conocen aseguran que su principal mérito es la paciencia para esperar sin quejarse (abiertamente) de nada, y la fortaleza mental para no desmayar.
“Ha sido exigente consigo mismo. Trabaja duro y no se queja por nada”, reveló Cambronero.