El atacante de la Selección Nacional Álvaro Saborío recibió este sábado una nueva falta del destino. El hombre fuerte de la Mayor, que pelea todos los balones como si fuera el último, parece que en esta ocasión recibió una nueva infracción por parte del fútbol.
A pesar del coraje mostrado en cada partido con la Tricolor, Sabo sigue con el sufrimiento de enfrentarse a lesiones a sus 33 años; luego de un amplio historial de dolencias, en su mayoría musculares, que incluso le hicieron contratar a su propio fisioterapeuta Erick Rodríguez.
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En este nuevo revés, el tico sufrió una inflamación de la membrana sinovial d e la rodilla izquierda, que lo dejó fuera de los primeros amistosos en la era del técnico Óscar Ramírez ante Brasil y Uruguay.
Inicio del calvario. Sabo inició sus lesiones en abril del 2013, cuando sufrió un desgarro en el gastronemio de su pierna izquierda. La superó sin problemas, pero a finales de mayo de ese mismo año tuvo una pequeña recaída.
Cinco meses después, el delantero sufrió un desgarro en el gastronemio de su pierna derecha, logró recuperarse sin problemas, pero diez días después regresó la molestia en la misma zona.
En noviembre le tocó lidiar con un desgarro grado dos en su muslo derecho, que le impidió ser llamado por Jorge Luis Pinto para el choque contra Australia en Sidney el 19 de ese mes.
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Un mes más tarde, el artillero tuvo una distensión muscular en la pantorrilla izquierda que le hizo perderse los juegos de la Sele contra Chile el 22 de enero en Coquimbo, y el 25 ante Corea del Sur en California, Estados Unidos.
Al ver la luz luego de seis lesiones, el romperedes nacional vivió el golpe más duro de su carrera: perderse la Copa del Mundo Brasil 2014.
El goleador se fracturó el dedo pequeño de su pie derecho y con lágrimas en los ojos abandonó el Proyecto Gol, sede de concentración de Pinto y compañía previo a la cita mundialista.
Superado este pesar, Saborío volvió a dejar al combinado patrio de una convocatoria este sábado al regresar a su club el DC United de la MLS con el sinsabor de tener que superar un nuevo trago amargo.