Río de Janeiro. Las llaves de la ciudad y una disculpa a cambio de un canguro de peluche: Eduardo Paes, alcalde de Río de Janeiro, se disculpó ayer con la delegación de Australia y admitió problemas en la Villa Olímpica, donde más de 600 obreros trabajan día y noche para dejarla lista de una vez por todas.
Tuberías tapadas, cables sueltos, un fuerte olor a gas, además de polvo, basura y escombros, fue lo que encontraron los australianos el domingo al abrir la puerta de su edificio en la Villa Olímpica.
Kitty Chiller, jefa de este representativo, había declarado el alojamiento como “inhabitable” y se dedicó a buscar de urgencia apartamentos alternativos.
En el medio de la polémica, Paes señaló que si era necesario pondría un canguro en la puerta del edificio para que este representativo se sintiera en casa.
El comentario no causó gracia a los australianos, quienes dijeron precisar fontaneros para reparar las inundaciones en sus apartamentos, no canguros.
La situación provocó que el político cambiara su discurso y diera solución a las deficiencias.
“Vi los problemas, era el peor edificio, reconozco las dificultades que enfrentaron. Quería venir aquí a ofrecerles una disculpa formal”, reconoció el alcalde al entregar las llaves de la ciudad.
Satisfecha con la rapidez de las obras al cabo de un par de días, Chiller entregó ayer un peluche de canguro con guantes de boxeo rojos y una camiseta del equipo australiano a Paes.
“Es la mejor villa que he visto en mis cinco Juegos Olímpicos. No hace dos días, pero hoy sin duda y eso es lo que es importante”, indicó la jefa de la delegación.
Australia no fue el único que se quejó. Otros países como Argentina también detectaron serias deficiencias en las villas.
Ante esto, el Comité Organizador Río 2016 dice que los problemas son normales en una obra de esta envergadura.