Lance Armstrong, Founder and Chairman of Livestrong attends the annual Clinton Global Initiative (CGI) in this September 22, 2010 file photo in New York. Lance Armstrong said October 17, 2012 he is stepping down as chairman of his Livestrong cancer-fighting charity so the group can focus on its mission instead of its founder's problems.The move came a week after the US Anti-Doping Agency released a massive report detailing allegations of widespread doping by Armstrong and his teams when he won the Tour de France seven consecutive times from 1999 to 2005. The International Cycling Union (UCI) is under pressure to reveal how shamed US rider Lance Armstrong was able to escape detection for doping for so long. AFP PHOTO / TIMOTHY A. CLARY (TIMOTHY A. CLARY)
El ídolo, el “extraterrestre”, el grande del ciclismo mundial. Los calificativos sobran cuando se hace referencia al pedalista texano Lance Armstrong.
Pero el siete veces ganador del Tour de Francia es hoy una leyenda caída en desgracia. El sueño de saberse el pedalista más poderoso de la historia es hoy una pesadilla. Así ocurrió luego de que la Agencia Estadounidense de Dopaje (Usada) lo suspendiera de por vida por dopaje.
Eso desencadenó una estampida de patrocinadores, amigos, excompañeros y miles de los que hasta hace poco se proclamaban seguidores del norteamericano.
No es tanto que la historia de Lance Armstrong haya sido demasiado buena para ser verdad. Ahora quizá sea demasiado buena como para olvidarla.
Incluso después de que las investigaciones terminaran en un mordaz reporte que lo dibuja como un tramposo que no se arrepiente de usar drogas, Armstrong sigue confundiendo a su público con imágenes contradictorias: la de una persona rapaz que haría lo que fuera con tal de ganar o el héroe que pudo superar al cáncer.
Todos hemos escuchado su historia previa: Un ciclista en ascenso, que se enfermó de cáncer testicular a los 25 años y le pronosticaron menos de 50% de posibilidades de sobrevivir combate la enfermedad y vuelve más fuerte.
Gana el Tour de Francia siete veces. Se codea con presidentes. Sale con una estrella de rock. Utiliza su éxito y fama para recaudar millones de dólares y concientizar sobre el acecho del cáncer.
Dopaje. Su historia en realidad es el cuento de hadas –uno escrito en una montaña de drogas, decepción y presiones– que, parece, ha sido la cantaleta que el mundo ha escuchado por casi 15 años.
Más de 1.000 páginas de evidencia detallada por parte de Usada ahora están abiertas, apoyando su decisión de proscribir a Armstrong del ciclismo de por vida. Le quitaron sus títulos por uso de sustancias que mejoran el desempeño.
Sin embargo, mientras que otras estrellas deportivas que han padecido una caída de este tipo se desdibujan de la memoria o se convierten en objetos de escarnio, Armstrong se mantiene firme.
Además de verlo en las redes sociales, uno puede verlo en las donaciones hechas a la Fundación Lance Armstrong, que crecieron desde agosto, cuando Armstrong anunció que no lucharía en contra de los cargos por dopaje.
“Toda su historia se cae en la categoría de 'en ocasiones la gente buena hace cosas malas' o por el contrario 'a veces la gente mala hace cosas buenas''”, dijo Stan Teitelbaum en su libro sobre deportistas protagonistas de escándalos.
“En cierto modo, es como el 'síndrome de lo que sea'. Antes solía haber una fuerte sensación de indignación ante este tipo de cosas. ¿Cómo podía mi héroe ser así? Pero luego de que la gente, el público, se desilusiona tantas veces, nos encogemos de hombros y decimos simplemente: Lo que sea”', concluyó.
Es así como el héroe que devolvió el deporte de los pedales a los estratos más altos espera terminar pronto con la pesadilla.
Su camino se va quedando sin “amigos” ni patrocinadores, pero para él los caminos nunca fueron llanos: dejará de percibir runos $30 millones en ingresos derivados de su imagen.