Buenos Aires
Chile estará en el Mundial. No por sus actuales 18 puntos (le faltan al menos otros seis), ni por su triunfo en Asunción sobre el resignado Paraguay. Se clasificará porque juega al ataque siempre. Después de cuatro derrotas seguidas, el barco se hundía, la dirigencia cambió al capitán (Claudio Borghi) y llegó Sampaoli, un timonel ultraofensivo, que dio la orden de navegar a toda máquina. Resultado: llegó a tiempo. Perdió sin merecerlo ante Perú y venció claramente a Uruguay y Paraguay. Que diga Perú lo que significan dos triunfos en serie. Estaba penúltimo y desanimado con ocho puntitos, superó a Chile y Ecuador y ahora acecha el quinto puesto de Venezuela. Porque la pelea no sale de ahí, del quinto escalón. El cuarteto de arriba ya está. Chile no va a dejar el cuarto lugar, acaso suba uno. De los cuatro encuentros que le quedan, tiene tres de local, y en Santiago habrá que aguantarlo... Uno de esos tres es Bolivia, fuera de combate.
Dime cómo juegas... Y te diré si clasificas. “Lo importante es que se ganó”, dice la gente. No, lo importante es cómo se jugó. Paraguay fue finalista de la Copa América 2011 mostrando un fútbol pavoroso, ultradefensivo, feo. Lo pelotearon todos. Pero la suerte y los penales determinaron que fuera finalista sin ganar un solo partido (récord). Pero esas cosas luego se pagan. Y ahora llegó la factura: último en la eliminatoria y fuera del Mundial, aunque la aritmética le dé un hálito de vida.
Chile, entonces, fue el gran vencedor de la temida jornada 13. También Perú tiene derecho a celebrar y a soñar. Ganó un juego durísimo a su otro rival del Pacífico, Ecuador, casi un calco de cómo derrotó a Chile, con lo justo, sin sobrarle una migaja. Seis puntos de oro para prenderse de verdad en la lucha mundialista. Muy meritorio lo de Markarian, que ha logrado finalmente conformar un grupo unido, que quiere dejar la sangre por la camiseta y que, después de décadas, es competitivo.
Golazo y excelente prestación de Pizarro, quizá la mejor que le hayamos visto con su equipo nacional, haciendo honor a la capitanía. Hizo dos o tres maniobras más de alto mérito técnico, como esa apilada del principio en que dejó a tres en el camino y despachó el centro atrás. Tal vez no jugó lindo, Perú; pero jugó bien. Hizo sentir la localía, metió intensidad en la lucha por la pelota. El orden de un equipo potencia sus individualidades. Por eso hubo figuras. Gran partido del buenísimo arquero Raúl Fernández, confiable, veloz de piernas, volador, audaz, acaso el mejor portero peruano en años. El cholo Retamoso tuvo una entrega conmovedora, y uno que se perfila como excelente lateral izquierdo : Yoshimar Yotún. Aplicado en la marca y prolijo en la salida. Bien por él.
Argentina aprobó. “Sin Messi no le ganamos ni a Tailandia”, decían los hinchas argentinos. Es que es tanta la influencia de un jugador así, que hace los goles, los fabrica, desequilibra en cada avance, que había enormes dudas de lo que podía dar Argentina sin él. La prueba era perfecta: Colombia, acaso el equipo más fuerte de la eliminatoria, y de local, lo que obligaba a salir a buscar el partido. Le fue bien al once de Sabella. En un partido vibrante, acarició la victoria, le anularon un gol válido a Aguero, le echaron al goleador de la eliminatoria (Higuaín) y el juez venezolano Escalante dejó jugar a Colombia al límite. Falcao debió ser expulsado por un terrible planchazo a Federico Fernández La albiceleste ya tiene los puntos para asegurarse un boleto a Brasil; los partidos que le faltan caen de perlas para ir creciendo en lo colectivo.
Colombia también jugará el Mundial. Se paró firme en Buenos Aires ante un rival incisivo, velocísimo en ataque y pertinaz. Acaso se le fue un poquito la pierna (en un Mundial no le permiten jugar así), sin embargo mostró personalidad para llevarse el punto que lo deja en una privilegiada posición: segundo con 20 y un partido menos que el puntero, que Chile y Venezuela. De los cinco choques que le quedan, tiene tres de local, nada menos que Perú, Ecuador y Chile, sus tres rivales directos. Y lo más trascendente: juega bien. Entre tantas figuras aparece también su arquero David Ospina, responsable esencial del punto obtenido. Le sacó dos pelotas a Higuaín que casi siempre son de red. Excelente salidor de alto y bajo, muy valiente, líder.
Con 20 puntos y saldo positivo de goles, Ecuador no peligra. Con 24 entra seguro. Tiene cinco fechas para hacerlos. Una de ellas será frente a Bolivia. El mediocampo y el ataque ecuatorianos son buenos, la defensa es vulnerable. Lo disimula de local porque lo atacan poco. Los dos centrales no son garantía. No tiene un arquero indiscutible, como Ospina, como el chileno Bravo, como Fernández de Perú.
El que no nos termina de cerrar es Valencia. Modestamente, este cronista le ve hacer poquito. Muy circunscripto a la raya derecha, a lanzar algún centro. Un pase intrascendente al medio, otro atrás, una bola que pierde... Sin desborde, sin gravitación, no ratifica su condición de figura. Y metió una plancha que le pudo haber costado roja. El mismo suelazo que le aplicó a Richard Ortiz en la segunda fecha e cuando le rompió los ligamentos.
Inquietante sétimo puesto el de Uruguay. Bajó sin jugar. Le quedan cinco finales del mundo, tres de ellas ante rivales directos (Venezuela, Perú y Ecuador), las tres como visitante. Y las dos en casa, con Colombia y Argentina. El martes en Puerto Ordaz, va sin Suárez. Y ahora lo pasó Perú. Si llega al Mundial, será una hazaña.