Limón. El portugués Luis Leao Pinto se convirtió ayer en el nuevo campeón de la Ruta de los Conquistadores en un cierre sin sorpresas, tras una etapa entre Turrialba y Limón que solo confirmó la mano dura con la que el líder gobernó desde el primer día.
El refuerzo del Scotiabank-Dos Pinos le dejó claro a sus rivales desde los primeros kilómetros que, a diferencia de la segunda etapa, esta vez no iba a ofrecer ninguna ventaja: no habría ni espacio ni terreno por el que podrían recortarle nada de su enorme diferencia en la general.
El colombiano Luis Mejía (Coopenae-Movistar-Economy) y el español Josep Betalú (Constructora ARPO) lo intentaron en el ascenso hacia Santa Teresita antes del kilómetro 19, un esfuerzo infructuoso, pues a su lado siempre estuvo el puntero, concentrado casi exclusivamente en marcar al cafetero, su única amenaza real aún, pese a pedalear con siete minutos de retraso.
Fue entendible entonces que cuando el estadounidense Todd Wells lanzara la fuga Leao ni se inmutara, pues las opciones del hombre de Specialized para pensar en el podio eran, más que escasas, prácticamente nulas.
En el segundo ascenso fuerte del día (la Alegría de Turrialba, kilómetro 43) Mejía y Betalú acabaron por resignarse, lo mismo que el tico Paolo Montoya (Specialized) y el también colombiano Héctor Riveros (Constructora ARPO), miembros del lote perseguidor que se mantendría unido hasta la meta.
Dominio absoluto. La tradicional llegada a Playa Bonita estuvo adornada por un sol picante que, sin embargo, no le ahorró a la caravana los pozos y barro de la llegada a Moín, aunque sí llevó algo de tranquilidad en los pasos por los puentes del Reventazón y Matina.
En ese vertiginoso y tradicional cruce por la línea del tren (sobre el Reventazón) la ventaja de Wells sobre sus perseguidores ya rozaba los tres minutos, poco si se tenía en cuenta que el norteamericano le debía más de 15 minutos a la cima.
La diferencia se sostuvo hasta la llegada a Puerto Moín, un tramo que llevó al pelotón hasta la arena de Playa Bonita, pero que en nada cambió el panorama.
Con la suerte echada, la única emoción del cierre fue el esprín de Paolo Montoya para lograr amarrar el 1-2 del día junto a su compañero Wells, un paliativo para el mejor de los ticos en competencia, porque él mismo reconoció que el objetivo apuntaba a algo más.
Leao, quien fue sexto de la etapa, tomó revancha de aquel 2010 donde la general se le negó y coronó así una edición 22 de la Ruta de los Conquistadores que de principio a fin estuvo marcada por el empuje extranjero, al final, dueño de todos los lugares de ese podio definitivo.